En Inglaterra una acusación de homofobia puede bastar para ser despedido o incluso detenido. Ante estos atropellos, el Christian Legal Center ha asumido la defensa de algunos afectados por sus creencias religiosas, y está consiguiendo que los tribunales les den la razón.
Un juzgado de lo laboral en Inglaterra ha respaldado la demanda por discriminación laboral interpuesta por Sarah Mbuyi, ex trabajadora de una guardería londinense que fue despedida acusada de haber hecho comentarios homófobos sobre una compañera lesbiana.
Mbuyi, evangélica, siempre defendió que solo había contestado a las preguntas de su compañera acerca de la visión cristiana de la homosexualidad. Al parecer, esta se habría molestado porque Mbuyi justificara la negativa de la Iglesia a oficiar bodas gays, y por que considerara pecaminosas las relaciones homosexuales. Tras la denuncia a los dueños de la guardería, el despido fue inmediato.
Ahora, el tribunal ha sentenciado que la empresa discriminó a Mbuyi, y que aparentemente basó la decisión de despedirla en “estereotipos sobre sus creencias”. La sentencia señala que estas creencias “merecen respeto en una sociedad democrática, y no son incompatibles con la dignidad humana ni con los derechos fundamentales de otras personas”.
Dos predicadores
El Christian Legal Center había conseguido también hace algunas semanas la absolución de dos predicadores callejeros, también acusados de homofobia.
En septiembre de 2013 el pastor evangélico Rob Hughes estaba predicando en la ciudad de Essex (Inglaterra) cuando se le acercó una lesbiana que dijo sentirse muy orgullosa de su homosexualidad. Aunque Hughes no estaba hablando de sexualidad (como demostró a la policía con la grabación que había hecho de su propio sermón), la mujer empezó a increparle y le acusó de “juzgarla”. El predicador le contestó que era ella quien le estaba juzgando sin ni siquiera haber escuchado sus palabras. Ella se marchó ofendida.
Un tiempo después, la policía local llegó adonde estaba Hughes y le arrestó Ya en comisaría, tomaron sus huellas y le retuvieron durante un total de 11 horas. Después, y tras un interrogatorio en el que Hughes sugirió –en vano– la posibilidad de consultar la grabación, los agentes le comunicaron su intención de no seguir con el caso por no haber suficientes pruebas, y lo dejaron libre.
Ahora, un juez ha decretado que Hughes debe recibir una compensación de 2.500 libras, más una “contribución” para pagar los gastos legales. En el vídeo en que Hughes cuenta su historia (en inglés), explica que en su caso el peso de la prueba no estuvo en el acusador, sino en el acusado: era culpable hasta que no se demostrara lo contrario.
El otro predicador arrestado, hace apenas un mes, es Andrew Geuter. Se encontraba en la ciudad de Hereford (Inglaterra) cuando una policía se acercó para comunicarle que había sido acusado de emplear “lenguaje homofóbico”, y que tenía que arrestarle. Ya en comisaría, Geuter fue interrogado durante más de cinco horas. Al terminar, le dejaron libre con la condición de que no volviera a la ciudad hasta que se le comunicara qué camino legal seguiría su caso. Dos semanas después recibió una notificación oficial que le informaba de que no se abriría ningún procedimiento porque no había pruebas.
No es la primera vez que ocurre algo parecido en Inglaterra. El año pasado la policía de Manchester tuvo que pedir perdón a otro predicador tras arrestarle durante 19 horas acusado, una vez más, de homofobia (Aceprensa, 2-04-2014).