En bienestar económico y social de sus adultos mayores, España ocupa el lugar 21 entre los 96 países analizados en el Índice Global de Envejecimiento 2014, elaborado por HelpAge International. Entre los que anteceden a España se encuentran Alemania (puesto 5), Reino Unido (11) o Francia (16), mientras que más abajo se hallan Bélgica (27), Portugal (37) o Italia (39).
Un aspecto del bienestar de los mayores es la prolongación de la vida activa más allá de la jubilación. Con respecto a España, un artículo del diario El Mundo, donde se cita el Índice, subraya la dedicación de pensionistas a actividades socio-laborales, fundamentalmente desde el voluntariado. Como ejemplo de ello, el artículo refiere la labor que realiza un grupo de jubiladas de más de 60 años en la localidad manchega de Puebla de Montalbán, donde operan un comedor social que da cobertura diaria a 30 familias locales. Además del alimento, los beneficiarios de esa iniciativa señalan que se llevan a casa un “plus” de “apoyo, respeto, ánimo y cariño” de parte de las voluntarias jubiladas.
Algunas cifras sobre la implicación de los más veteranos en labores de gran utilidad social las ofrece Raquel Herranz, coordinadora de Voluntariado de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP), la primera confederación de mayores del país. Según afirma, solo en 2013, unos 3.500 miembros de su organización dedicaron 210.000 horas voluntarias a acompañar o a ayudar en sus gestiones a unas 5.700 personas necesitadas de apoyo directo.
Por su parte, en un estudio de rango más amplio, la Plataforma del Voluntariado en España (PVE), que agrupa a 563 organizaciones —entre ellas, la Cruz Roja Española, Cáritas, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, Save The Children, etc.— hacía en 2014 una foto de los voluntarios según la edad, y determinaba que los mayores de 65 años constituían el 18%.
Precisamente la vinculación de los adultos mayores a tareas de voluntariado, sin desmedro de las actividades recreativas o de las de superación personal —como la participación en cursos de informática—, es uno de los factores que están incidiendo en un cambio de perspectiva en la manera en que se concibe la dependencia. Según Laura Ponce de León, profesora de Trabajo Social en la UNED, la identificación entre envejecimiento y dependencia es un criterio que debe cambiarse, pues “no todos los mayores son dependientes”.
En línea parecida va la reflexión de la arquitecta Eleonora Barone, creadora de “Memory in Motion between Young and Old” (mYmO), un proyecto que, según explica su web, “promueve la participación activa de los adultos mayores, organizando talleres, cursos, itinerarios formativos donde ellos mismos son los protagonistas, los mentores, los profesores, los ponentes”.
Se percibe, así, la necesidad de readecuar urgentemente las perspectivas respecto a este segmento poblacional, toda vez que, demográficamente, se prevé un incremento global de personas que sobrepasan las seis décadas de vida, en un número que, para 2050, desplazará al de los menores de 16 años, según datos de HelpAge International.
Los jubilados, buenos trabajadores
Otra posibilidad para seguir activo tras la jubilación es trabajar con dedicación parcial, cosa que en Francia es cada vez más frecuente, dice Le Monde. La directora de una agencia de trabajo temporal dice que los jubilados han llegado a ser el 5% de sus efectivos, mientras que hace algunos años no tenía ni uno solo.
El 80% de los jubilados que optan a un puesto temporal van a las mismas empresas en que trabajaron hasta retirarse. Sus antiguos jefes les conocen y aprecian su experiencia, útil además para enseñar a los empleados jóvenes. Son, dice la directora de la agencia citada, puntuales y disponibles; entre ellos prácticamente no se da el absentismo, porque están muy motivados. No todo es de color de rosa; también ocurre a veces que el jubilado que tuvo un puesto de responsabilidad, cuando vuelve de interino no se aviene fácilmente a obedecer al nuevo superior.
Para los jubilados, un puesto de interino o de jornada parcial supone un complemento de unos 800-1.000 euros mensuales. Pero además de una ayuda económica, volver a trabajar es un modo de evitar la soledad o el aislamiento, sobre todo si, por viudez o divorcio, faltan relaciones familiares.