No, no es necesario que vaya a buscar el evangelio. Ya le digo yo que la única alteración del orden público que protagonizó san Pedro aconteció en el Huerto de los Olivos, y ahí no hubo golpes, sino “únicamente” una oreja cortada: la del criado del sumo sacerdote que iba en la madrugadora comparsa de traidores. Solo una oreja fría y sanguinolenta arrojada al polvo; nada más.
El del puñetazo es otro Pedro: su actual sucesor, del que algunos esperan con embeleso adolescente que pegue un resbalón para caerle en pandilla. Lo ansían algunos progres, porque los deja trastabillantes que aquel levante la voz tan a menudo para exigir justicia para los preteridos, una causa que a ellos les sirve para chapurrear “La Internacional” de vez en cuando y s…
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