Han pasado ya siete meses desde que Boko Haram secuestrara a 234 niñas en una escuela de Chibok (Nigeria). A pesar de la presión internacional y de la campaña mundial en redes sociales bajo el hashtag #BringBackOurGirls, el cautiverio continúa. Pero el caso de Boko Haram es una excepción, ya que cada vez son más los que favorecen la educación de la mujer en África.
En los países de África subsahariana, solo hay plazas para el 36% de los niños en edad de estudiar la enseñanza secundaria, y aun así, según la UNESCO, es la mayor cifra de su historia. Los esfuerzos de los últimos años –de muchos gobiernos de todo el mundo y de las organizaciones no lucrativas que trabajan allí– están dando sus frutos, pero todavía queda mucho trabajo por hacer.
Desde 1990 a 2009, la cifra de niños escolarizados en estudios primarios aumentó del 28% al 43%. Una buena noticia, pero lleva consigo un aumento de la demanda en las escuelas de secundaria que, de momento, no se puede asumir.
Dentro del total de niños escolarizados, las grandes perjudicadas siguen siendo las mujeres. De las niñas escolarizadas, solo un 39% consigue cursar los estudios secundarios, frente a un 48% de los varones. Aunque África es el continente donde más ha crecido el porcentaje de niños escolarizados en los últimos años, también es el único donde todavía las niñas tienen menos oportunidades que los niños.
La Fundación Kianda desarrolla en Kenia iniciativas de enseñanza secundaria y para mujeres que no pudieron ir a la escuela
Financiar la escolarización de las niñas
La acción de los gobiernos no es suficiente, pero son muchas las iniciativas privadas que trabajan también para conseguir que en África muchas chicas jóvenes puedan llegar a la universidad.
Desde el año 2009 la Fundación Qatar organiza en Doha una Cumbre Anual sobre Educación, y desde 2011 aprovecha el encuentro para conceder el premio Wise a personas o iniciativas cuyos proyectos hayan resuelto de manera creativa y eficiente alguno de los retos que plantea la educación en el siglo XXI.
A excepción de las ayudas gubernamentales, los incentivos económicos para las personas que trabajan en proyectos de educación son bastante limitados. Hasta hace cuatro años, con la llegada del Premio Wise, en educación no existía tampoco un galardón para retribuir las mejores iniciativas al mismo nivel, económicamente hablando, de otras ciencias. Por eso, a pesar de ser muy reciente, el premio Wise está ya considerado el “Nobel de la Educación”.
Tres millones de niñas
En la era de los grandes cambios tecnológicos, parece que el mayor reto educativo sigue siendo la escolarización de todos los niños porque, de momento, en las cuatro ediciones del premio, el galardón ha sido siempre para iniciativas educativas de carácter social, en concreto en Bangladesh, India, Colombia y, este año, el África subsahariana. El pasado 4 de noviembre, el premio, que consiste en una medalla de oro y medio millón de dólares, recayó sobre Ann Cotton, fundadora y presidenta de Camfed.
Camfed comenzó su labor en 1993 y ya ha conseguido escolarizar a más de tres millones de niñas en África subsahariana, en concreto, en Zimbabue, Ghana, Malaui, Tanzania y Zambia. Trabaja siempre en colaboración directa con las colectividades locales para identificar a las niñas que necesitan ayuda.
La ONG no tiene escuelas propias, pero paga los gastos de educación –tanto primarios como secundarios– a sus beneficiarias (escolaridad, material, uniforme, etc.), ofrece formación complementaria a los profesores, brinda a las alumnas la posibilidad de acudir a tutorías y organiza campamentos de verano sobre matemáticas, tecnología, etc. Al finalizar sus estudios, las que quieran pueden entrar a formar parte de Camba, una red para poner en contacto a mujeres profesionales de África que, a su vez, trabajan para liderar el cambio y que muchas chicas puedan seguir sus pasos.
La ONG Camfed ha conseguido financiar los estudios de tres millones de niñas
Ventajas de estudiar más
Hace poco, en una entrevista con el diario Le Monde, Cotton afirmaba que “las niñas están especialmente desfavorecidas en los Estados árabes, en el suroeste de Asia y en África subsahariana”. Pero aunque parezca un problema similar, tiene una raíz diferente. En Asia, en los Estados árabes y en algunas zonas dominadas por grupos musulmanes radicales, como el norte de Nigeria, las mujeres tienen dificultades para cursar sus estudios por motivos culturales, que muchos se empeñan en atribuir a la religión.
En cambio, en el caso de África subsahariana, con excepción de algunas zonas minoritarias, la principal dificultad es meramente práctica: ante un mercado laboral que favorece a los hombres y la imposibilidad de pagar las tasas educativas de todos los hijos, las familias optan por enviar a la escuela a los varones.
Para todos estos casos, Camfed busca financiación para las estudiantes potenciales, porque para las chicas que no pueden estudiar ni trabajar, la única solución es casarse, aunque aún sean menores de edad. En 2013, el Informe sobre la Población Mundial alertaba de que el 24% de las mujeres de África subsahariana se casan antes de los 18 años y más del 20% tienen su primer hijo antes de los 15.
En cambio, continua Cotton, “las mujeres que estudian se casan más tarde, tienen hijos más tarde, son más autónomas, tiene unos ingresos un 25% más altos y una probabilidad de contraer el virus del sida tres veces menor”. Preparar a las chicas para acceder al sistema universitario, capacitarlas para el mundo empresarial o financiero y en general, todo lo que suponga abrir sus horizontes, es, junto con el desarrollo de la sanidad, la mejor solución para luchar contra la pobreza de África.
Kianda: 50 años al servicio de la mujer en Kenia
Camfed no es un caso aislado. Kianda Foundation, que comenzó su labor en 1970, desarrolla distintos proyectos para mejorar en todos los aspectos, educativo, sanitario, económico y moral, de la mujer en Kenia. Desde entonces, es difícil cuantificar el número de beneficiarias a las que ha llegado con sus múltiples labores: escuelas primaria y secundaria, Centros de formación profesional, residencias universitarias, etc.
Entre otras iniciativas, en 1977, empezaba Kianda School con 40 alumnas. Hoy tiene más de 900 y está entre las 10 mejores escuelas de Kenia. Kimlea, una escuela de formación profesional para la mujer, situada a treinta kilómetros de Nairobi (Kenia), capacita técnicamente a las estudiantes para generar ingresos, enseñándoles hostelería, corte y confección, tricotaje y técnicas de producción agrícola. Aunque el 75% de las alumnas son chicas jóvenes, también hay formación y cursos de alfabetización para mujeres que no pudieron ir a la escuela. En la actualidad, se benefician de Kimlea cerca de 12.000 personas.
La batalla por la educación de las mujeres continúa librándose en muchos lugares del mundo, pero tiene cada vez más aliados. Quizá por eso, el Premio Nobel de la Paz de este año ha sido para la joven pakistaní Malala Yousafzai, que en su discurso ante los principales mandatarios de la ONU afirmaba: “Hoy no es el día de Malala, es el día de cada mujer, de cada niño, de cada niña, que ha levantado su voz por sus derechos”.