La presencia de musulmanes en Francia ha crecido tanto a lo largo de las últimas décadas que es hoy la segunda religión del país, tras el catolicismo. Sin embargo, la sociedad no acaba de aceptar la presencia de signos externos confesionales, que afectan sobre todo a las mujeres. En realidad, algunas de esas manifestaciones responden más a tradiciones de ciertos países que a exigencias religiosas.
Se ha recordado así, a raíz de la sentencia dictada el pasado 1 de julio por el Tribunal Europeo de Derechos humanos, constituido en Gran Sala, contra la que no cabe apelación. La Corte de Estrasburgo desestimó una demanda presentada en 2011, justo cuando entraba en vigor en Francia la prohibición legal del velo integral –el niqab o el burka– en e…
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