Con 17 años y sin compañía alguna, Kevin se largó de Honduras con rumbo a EE.UU., siguiendo los consejos de su abuela: “’Ella quería que me fuera. Me dijo: ‘Si no te unes a la pandilla, te van a disparar. Si te unes, la pandilla rival te va a disparar, o te disparará la policía. Si te vas, nadie lo hará’”.
Su testimonio, documentado por un informe de la ACNUR sobre el drama de los menores centroamericanos que viajan hacia EE.UU. huyendo de la violencia, o bien para reunirse allá con sus padres –en ocasiones tan indocumentados como ellos–, puede ser el de muchos de los niños de Guatemala, Honduras y El Salvador que han pasado solos a territorio norteamericano este año. Las cifras están desbordando la capacidad de las autoridades migratorias …
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