La V conferencia Fliedner de “Ciencia y Fe”, celebrada en la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid), ha tenido como invitado a Dominique Lambert, Dr. en Física y Filosofía por la Universidad Católica de Lovaina y Catedrático de la Universidad de Namur (Bélgica). Lambert ha estudiado en profundidad la vida y la obra de Georges Lemaître, uno de los principales artífices de la teoría del Big Bang. Fruto de su estudio es el libro Ciencia y fe en el padre del Big Bang, Georges Lemaître, ahora traducido al castellano (Ed. Fliedner).
– ¿Se ha reconocido a Georges Lemaître por su contribución a la teoría del Big Bang?
– Lemaître está considerado uno de los grandes científicos del siglo XX por ser uno de los protagonistas en la teoría del Big Bang, junto con Einstein, Friedmann y Gamow. En 1934 recibió el prestigioso Premio Francqui, con el apoyo del propio Albert Einstein. En la actualidad, va adquiriendo notoriedad poco a poco. Muestra de ello es que, en junio de este año, la Agencia Espacial Europea lanzará un vehículo de suministro (ATC- 5) para la Estación Espacial Internacional con su nombre. El vehículo anterior estuvo dedicado a Albert Einstein.
– En concreto, ¿cuáles fueron sus contribuciones científicas?
– La primera fue relacionar el desplazamiento hacia el rojo de la luz que nos llega de las galaxias, descubierta por Slipher y Hubble, con las ecuaciones de la teoría de la relatividad general, dando como resultado un universo en expansión. Pero si el universo está en expansión no resulta absurdo preguntarnos por su comienzo. Para demostrar esta segunda hipótesis, llevó a cabo un profundo estudio de los rayos cósmicos, que él asociaba al eco de la gran explosión. Esta última idea no fue del todo correcta, pues unos años después se descubrió que fue la radiación cósmica de fondo la responsable de ese eco. De todos modos, Lemaître no iba del todo desencaminado, ya que los rayos cósmicos de altas energías podrían estar implicados en este proceso.
– ¿Fueron bien acogidas, en un principio, sus ideas por los científicos de la época?
– La expansión del universo rompía con la concepción estática que se tenía del cosmos y el comienzo explosivo del mundo provocó mayor oposición porque introducía una singularidad inicial. Su profesor de Cambridge, Arthur Eddington, consideró que tal noción no era física, sino teológica. Para Lemaître, el estado inicial descrito en la teoría del Big Bang no debía confundirse con la idea metafísica o teológica de creación. Se trata de un comienzo natural al que la física puede aproximarse utilizando las observaciones astronómicas. Resulta paradójico que Lemaitre, siendo sacerdote, contribuyera a secularizar la noción que su profesor y muchos otros físicos después se empeñaron en “teologizar”. Einstein llegó a admitir la expansión, pero no reconoció nunca ese comienzo natural, debido a sus ideas panteístas cercanas a Spinoza.
– ¿Ha cambiado mucho la teoría del Big Bang, desde que la propuso Lemaître?
– Lemaître no podía estar en lo cierto en todos los puntos. Él tenía la idea de que el universo debía ser esférico, espacialmente finito. Hoy parece más bien que es plano e infinito. Por otro lado, la decadencia de un quantum inicial que había dado lugar a todos los elementos no es hoy válida. Sin embargo, las ideas de fondo persisten: un universo en expansión, que ronda entre los 13 y 15 mil millones años de edad, que en un pasado era muy denso y que ha dejado como rastro de la explosión una radiación fósil. Incluso, la aceleración actual de la expansión, que Lemaître obtuvo a partir de la introducción de la constante cosmológica, podría tener relación con lo que hoy llamamos energía oscura.