Se ha presentado en el Festival de Cine de Venecia el documental “Ucrania no es un burdel”, de la directora australiana Kitty Green, sobre el grupo feminista Femen, famoso por sus protestas a pecho descubierto. Green ha vivido durante un año con cuatro integrantes del grupo en Kiev, se ha manifestado con ellas y ha rodado sus escenificaciones de protesta.
Green simpatiza con el movimiento, pero al rodar el film ha descubierto algunas cosas que le han inquietado. La revelación más interesante se refiere a quién recluta y dirige a estas feministas. Curiosamente, es un hombre: Viktor Sviatski, un hombre de negocios ucraniano, que las Femen presentan como su “consejero político”, aunque en realidad, según Green, es su inventor y cerebro. “Él es el movimiento y él escoge a las chicas”, dice Green. No las recluta por su ideología, sino por su físico. “Elige a las más guapas porque salen en primera página… Este es el modo en que vende la marca”.
Él les da instrucciones muy precisas sobre qué hacer y dónde manifestarse, y él se encarga de pagarlas.
Porque las Femen no se manifiestan por puro idealismo. Son regularmente pagadas con un sueldo fijo de mil dólares al mes, más una participación en las donaciones que recibe el grupo. Pero, ¿de dónde sale el dinero? La idea de que proviene de pequeñas donaciones a través de Internet no es convincente, tampoco para Green.
Al principio Sviatski no quería aparecer en el film, pero finalmente habló ante la cámara. Quiso justificar la paradoja de ser un “patriarca” que dirige un grupo de protesta feminista. “Estas chicas son débiles”, dice en el film. “No tienen fortaleza de carácter. No tienen incluso el deseo de ser fuertes”. Para convertirlas en activistas políticas, había que enseñarlas a serlo. Green reconoce que Sviatski es bastante áspero con las chicas: “Puede gritarlas y tratarlas de brujas”.
Pero, ¿no es contradictorio esto con lo que representan las Femen?, pregunta la directora australiana. La respuesta de Sviatski es llamativa. “Espero que al ver mi comportamiento patriarcal al final rechacen el sistema que represento”.
¿Y ellas qué piensan? “Sin un hombre detrás, nunca habríamos llamado la atención”, dice una de ellas en el film. “Somos psicológicamente dependientes de él, incluso aunque comprendemos que podríamos hacer esto nosotras solas”.
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