En Chittagong (Bangladesh) existe un campus universitario bastante modesto. Para las 541 estudiantes que asisten a la Asian University for Women, este centro académico inaugurado en 2008, representa una oportunidad para obtener estudios universitarios, impartidos en inglés.
Kamal Ahmad, fundador de la universidad, afirma que la educación de las mujeres jóvenes puede desempeñar un papel fundamental en Asia, donde, a pesar del progreso en algunos países, sigue habiendo discriminación contra la mujer en distintos campos. La universidad para mujeres pretende, entre otras cosas, corregir la desigualdad sexual en la educación superior. Según dice Ahmad al New York Times, “la educación y la capacitación universitaria de las mujeres jóvenes beneficiará a sus sociedades en su conjunto”.
Casi todas las estudiantes provienen de lugares pobres. Sus costes de alojamiento, manutención y matrícula (unos 15.000 dólares por persona y año) se cubren mediante donaciones. Son de Bangladesh y de otros países: Camboya, Sri Lanka, China, Myanmar, India. En mayo se graduará la primera promoción, 138 estudiantes en total.
Los principales donantes son organismos extranjeros, como las fundaciones, Gates, Rockefeller, IKEA, y el Departamento de Estado norteamericano. El gobierno bengalí ha contribuido facilitando terrenos para el nuevo campus, que tendrá capacidad para tres mil alumnas.
El modelo se va a extender a Malasia, donde en 2015 está prevista la apertura de otra universidad femenina.