La palabra “moderación”, entre cubanos, a veces sugiere erróneamente concesión, rendición, cruzarse de brazos. En un contexto en el que unos hablan de “victorias contundentes contra la mafia de Miami” y otros del “inminente” final de “la más brutal tiranía de la historia”, es difícil hablar de diálogo, de reconciliación. Quien lo hace, se atrae la ojeriza de quienes apuestan por el lenguaje duro, con el que, por cierto, muy poco se ha logrado.
En este preciso instante, es la Iglesia Católica en la Isla, históricamente a favor del diálogo inclusivo entre todos, la que está en la diana de los intransigentes. La nueva tormenta ha sobrevenido a raíz de una explicación ofrecida en EE.UU. por el Cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, acer…
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