El Papa se ha alegrado por las sentencias en altos Tribunales europeos sobre la presencia del crucifijo en las aulas y la no concesión de patentes que utilicen células madre embrionarias
El discurso del Papa ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede es cada año una ocasión especial para calibrar las preocupaciones del Vaticano sobre la situación internacional. Por eso las palabras de Benedicto XVI el pasado día 9 permiten apreciar los hechos de 2011 que han sido motivo de satisfacción o de inquietud para el Papa.
Oriente Medio: algo más que elecciones
Al hablar de poner fin a la violencia en los procesos políticos, Benedicto XVI se ha referido especialmente a la situación de África del Norte y de Oriente Medio. “En este momento –ha dicho– es difícil trazar un balance definitivo de los sucesos recientes y cuáles serán sus consecuencias para el equilibrio de la región. A pesar del optimismo inicial, se abre paso el reconocimiento de las dificultades de este momento de transición y cambio”. Pero sí advirtió que “la construcción de sociedades estables y reconciliadas, que se oponen a toda discriminación injusta, en particular de orden religioso, constituye un horizonte que es más amplio y va más allá de las simples elecciones”.
Manifestó su preocupación por los países donde todavía hay tensiones y violencia, “en particular Siria, en la que espero se ponga rápidamente fin al derramamiento de sangre y se inicie un diálogo fructífero entre los actores políticos, favorecido por la presencia de observadores independientes”. Dijo seguir también con gran atención “la marcha de los acontecimientos en Irak, deplorando los atentados que han causado recientemente la pérdida de numerosas vidas humanas, y animo a sus autoridades a proseguir con firmeza por el camino de una plena reconciliación nacional”.
Como signo positivo del pasado año saludó la constitución de modo pacífico del nuevo Estado de Sudán del Sur, aunque lamentó que en los últimos meses haya habido enfrentamientos con Sudán.
En África a Benedicto XVI le preocupa “de modo particular el aumento de la violencia en Nigeria, como nos lo han recordado los atentados cometidos contra algunas iglesias en el tiempo de Navidad, las secuelas de la guerra civil en Costa de Marfil, la persistente inestabilidad de la Región de los Grandes Lagos y la urgencia humanitaria en los países del Cuerno del África”.
Sigue con particular preocupación los acontecimientos en Siria e Irak, y los ataques a la libertad religiosa de los cristianos
La familia y la apertura a la vida
Este año el tradicional mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz estuvo dedicado a “Educar a los jóvenes en la justicia y la paz”. En este contexto, Benedicto XVI se refirió a los lugares en que debe impartirse esta educación. “El primero es la familia, fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer”, una aclaración que el Papa se ocupa de subrayar a menudo. La familia debe caracterizarse por la apertura a la vida. Y, en este contexto, expresó su satisfacción por “la reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que prohíbe patentar los procedimientos que utilicen células madre embrionarias humanas, así como la resolución de la Asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, que condena la selección prenatal del sexo”.
Mirando sobre todo al mundo occidental, dijo estar convencido de que “las medidas legislativas que tantas veces no solo permiten sino que favorecen el aborto, ya sea por motivos de conveniencia o por razones médicas discutibles, se oponen a la educación de los jóvenes y por tanto al futuro de la humanidad”.
Un papel también esencial en la educación de los jóvenes corresponde a las instituciones educativas. “Es necesario realizar políticas de formación que hagan accesible a todos la educación escolar y que, además de promover el desarrollo cognitivo de la persona, se haga cargo del crecimiento armonioso de la personalidad, incluyendo su apertura a la trascendencia. La Iglesia católica se ha mostrado siempre particularmente activa en el área de las instituciones escolares y académicas, cumpliendo una apreciable labor al lado de las instituciones estatales. Deseo por tanto que esta contribución sea reconocida y valorada también por las legislaciones nacionales”.
Respeto a la libertad religiosa
La Santa Sede viene subrayando de modo especial la importancia del respeto a la libertad religiosa, tanto en la dimensión individual como colectiva e institucional. Por eso, una parte importante del discurso del Papa se refirió a este derecho. Al tratar de este tema honró la memoria del ministro paquistaní Shahbaz Bhatti, “cuyo combate infatigable por los derechos de las minorías culminó con su trágica muerte. Desgraciadamente no se trata de un caso aislado. En muchos países, los cristianos son privados de sus derechos fundamentales y marginados de la vida pública; en otros, sufren ataques violentos contra sus iglesias y sus casas. A veces son obligados a abandonar los países que han contribuido a edificar, a causa de continuas tensiones y de políticas que frecuentemente los relegan a meros espectadores secundarios de la vida nacional. En otras partes del mundo, se constatan políticas orientadas a marginar el papel de la religión en la vida social, como si fuera causa de intolerancia, en lugar de una contribución apreciable a la educación en el respeto de la dignidad humana, la justicia y la paz”.
Frente “al terrorismo con motivaciones religiosas [que]se ha cobrado el pasado año numerosas víctimas, sobre todo en Asia y África”, recordó que “la religión no puede ser utilizada como pretexto para eludir las reglas de la justicia y del derecho en favor del bien que ella misma persigue”.
Como signos alentadores del pasado año en el ámbito de la libertad religiosa destacó “la modificación legislativa gracias a la cual la personalidad jurídica pública de las minorías religiosas ha sido reconocida en Georgia” y “la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos a favor de la presencia del crucifijo en las aulas de las escuelas italianas”. Recordó también el 150 aniversario de la unificación política italiana, que en un primer momento dio origen a tensiones entre la Santa Sede y el Estado italiano, pero con el tiempo han prevalecido “la concordia y la voluntad recíproca de cooperar, cada uno en su propio ámbito, para favorecer el bien común”. Incluso puso la situación de Italia como un ejemplo: “Espero que Italia siga manteniendo una relación equilibrada entre la Iglesia y el Estado, constituyendo así un ejemplo que las otras naciones puedan mirar con respeto e interés”.