La cruzada contra el tabaco en Norteamérica ha abandonado ya hace tiempo las recomendaciones y los estímulos para adoptar medidas cada vez más represivas. En algunos sitios, como Nueva York, se ha prohibido fumar hasta en espacios públicos como parques y playas. Y no solo está prohibido fumar en el trabajo para no dañar los pulmones ajenos, sino que ahora un fumador se arriesga a perder su empleo a causa de este hábito, aunque lo haga en privado. En una época en que nadie puede ser excluido de nada por raza, religión, sexo, orientación sexual, etnia o grado de colesterol, la discriminación laboral contra el fumador resulta más llamativa.
Empezó por los hospitales, deseosos de que sus trabajadores dieran ejemplo de hábitos saludables. Visto …
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