Resulta difícil discernir desde lejos cuál puede ser la salida del impasse del país marfileño, que fue una república modélica desde la descolonización en 1960, bajo el mandato de Félix Houphouet-Boigny. Da la impresión de que no coinciden en modo alguno las valoraciones de las instancias internacionales (ONU, UE, UA, CEDEAO), con la postura del que debería ser presidente saliente, Laurent Gbagbo.
Se han sucedido los intentos de mediación, que han chocado siempre, según parece, con la tozudez de Gbagbo, que cuenta con dos elementos esenciales -el tiempo y la televisión-, para asegurarse en el poder. De hecho, el compromiso de convocar elecciones, asumido en Marcoussis, cerca de París, en 2003, y Uagadugú en 2007, tardó demasiados años en h…
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