Benedicto XVI ya no es un extraño para los británicos

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Para la prensa británica, el viaje del Papa al Reino Unido ha tenido más éxito del esperado y ha servido para conocer un Benedicto XVI mucho más humano del que pintaban los críticos.

Incluso desde medios poco propicios al catolicismo, como The Independent, se reconoce que “en conjunto, esta visita tan debatida ha ido mucho mejor de lo que cabía esperar”. Y no solo por la buena organización y porque los críticos hayan podido tener voz. “Se debe, en su mayor parte, a lo que el Papa dijo y a cómo lo dijo. Aunque carezca del carisma de su predecesor, Benedicto XVI demostró que tiene un lado más cálido, humano y menos rígido de lo que parece a distancia.” Su decisión de dar sus discursos y homilías en inglés también ayudó.

The Independent reconoce que hubo momentos en que las palabras del Papa indudablemente sintonizaron con el sentir popular. “En sus críticas al ‘secularismo agresivo’, en su insistencia en el valor y en la dignidad de cada uno, incluidos los viejos y los discapacitados, en sus advertencias contra la búsqueda del bienestar material y de la celebridad por encima de todo, reflejó las quejas de muchos británicos -creyentes y no creyentes- hacia su propio país.”

El Papa convence

En un artículo publicado en News of the World (19-09-2010), alguien tan poco sospechoso de papista como George Carey -primado de la Iglesia de Inglaterra entre 1991 y 2001- reconoce el afecto que ha logrado ganarse Benedicto XVI en su visita al Reino Unido: “Llegó, vio y convenció. Esta frase se aplica al otro famoso ciudadano de Roma, Julio César, pero el Papa puede volverse al Vaticano con la satisfacción de haber derrotado a sus críticos más radicales y de haber conquistado el corazón de muchos británicos”.

“Muy pocos políticos -si es que hay alguno- podría reunir multitudes tan embelesadas. ¿A qué se debe esto? A que la fe se basa en la idea de que el Universo no es fruto del azar, sino del cuidado amoroso de un Padre celestial”.

“Éste ha sido el mensaje sobre el que el Papa Benedicto XVI ha articulado su crítica al laicismo dominante en el Reino Unido”.

¿Qué fue de las protestas?

En términos muy parecidos a los de Carey, el columnista Damian Thompson escribe en su blog del Daily Telegraph (19-09-2010): “El Papa Benedicto ha dejado de ser un extraño para los británicos. Ahora ya saben quién es; su poderoso mensaje ha despertado curiosidad; sus excelentes modales y su sonrisa benévola han logrado templar los corazones de los británicos”.

El afecto hacia el Papa ha hecho perder puntos a los que pretendían boicotear su visita. “Dawkins, Hitchens y Robertson han hecho el ridículo con su absurdo plan de arrestar al Papa; plan que se basaba en una información falsa y en un deliberado malentendido sobre la implicación del Papa en el escándalo de los abusos sexuales”.

Los británicos -concluye Thompson- comprenden ahora el dolor y la vergüenza que siente Benedicto XVI por unos hechos de los que no es responsable. “En adelante, estarán precavidos frente a quienes mientan y le acusen de encubrir esos crímenes”.

La actitud humilde y racional del Papa ha hecho más evidente el carácter desaforado de las críticas que le han presentado como la encarnación del mal en el mundo moderno. Esto ha llevado a que incluso órganos de opinión reacios a la religión hayan escrito contra ellas. Así lo hace Brendan O’Neill en www. spiked-online.com, que ridiculiza estas críticas como “estridentes, decadentes e intolerantes”.

El coraje del Papa

Un cronista de The Sunday Times destaca la cordialidad de Benedicto XVI, con la que ha conseguido disipar viejos prejuicios. “Le retrataban como un diablo, como el Rottweiler de Dios, y resulta que es un buen chico”. “Cuando no está en la estratosfera teológica (…) puede ser un abuelo con encanto, gracia y hasta deferencia”, escribe.

El Daily Telegraph elogia en un editorial (18-09-2010) la valentía con que Benedicto XVI ha afrontado la polémica de los abusos. “El Papa ha demostrado un gran coraje moral. Además de reunirse con algunas víctimas, ha abordado la cuestión en repetidas ocasiones mostrando su ‘profunda tristeza’ por estos ‘crímenes indescriptibles’ (…)”.

El Telegraph confía en que el ejemplo del Papa cunda entre los creyentes. “Esperamos que [su visita] sirva para recordar que la religión tiene un espacio y una voz en la esfera pública. Y que anime a los creyentes de todas las religiones a encontrar el coraje para frenar el laicismo y proclamar sus creencias con orgullo”.

Porque es el Papa

Ross Douthat, comentarista del New York Times, se fija en la notable presencia de gente en los actos de Benedicto XVI y el carácter marginal de las muestras de repulsa. Pero el Papa no debería ser tan popular, pues mantiene doctrinas discutidas y no muy seguidas, aun entre los católicos, y la Iglesia ha perdido prestigio y confianza por los pasados abusos de menores por parte de clérigos. Pero es el Papa, y las multitudes “estaban allí para mostrar su respeto por el pontífice, por su cargo y por la misión que ha cumplido para sostener el catolicismo durante dos mil años”.

Muchos críticos del Papa y la Santa Sede creen que por su culpa la Iglesia católica está en decadencia, al no haberse adaptado a las exigencias de los tiempos actuales. Sigue perdiendo fieles por no admitir la anticoncepción, ni el divorcio, ni las relaciones homosexuales, ni el disenso teológico. Pero “el ejemplo de los competidores del catolicismo indica que la Iglesia podría estar mucho peor si hubiera cambiado para adaptarse a los valores dominantes de la época. Eso hicieron las confesiones protestantes tradicionales en las cuatro últimas décadas, y en vez de crecer no han hecho más que menguar”.

“En cambio, el Vaticano de Benedicto XVI y Juan Pablo II se ha esforzado por mantener la continuidad con la tradición cristiana, aun a riesgo de parecer reaccionario y fuera de onda. Esto ha costado a la Iglesia su antigua posición de privilegio en el establishment occidental y le ha ganado el desprecio de la opinión de moda. Pero la continuidad, no la rápida y quizá la insensata adaptación, ha sido siempre la razón de ser del papado, y el secreto de su perpetuo vigor”.

El discurso de Benedicto XVI en el mismo lugar donde sir Tomás Moro fue condenado a muerte por oponerse a la reforma de Enrique VIII ilustra la estabilidad del catolicismo a través de los siglos, mientras cayeron tronos, naciones y civilizaciones enteras.

“Por eso, sobre todo, las multitudes aclamaron al papa, en Edimburgo y Londres y Birmingham: porque casi cinco siglos después de que la fe católica fuera aparentemente ahogada en Gran Bretaña, su Iglesia aún sigue viva”.

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