Los días previos a la visita de Benedicto XVI al Reino Unido, del 16 al 19 de septiembre, han revelado un creciente interés del público y de la clase política.
La BBC ha previsto quince horas de transmisión en directo, en las dos primeras emisoras de televisión BBC1 y BBC2, y numerosos servicios radiofónicos en Radio 4 y Radio 5, con los presentadores de los principales noticiarios. La programación será cambiada mientras dura la visita papal, cosa que raramente ocurre en la BBC.
Los británicos se sorprenderán al conocer al auténtico Benedicto XVI, piensa Francis Campbell, embajador británico ante la Santa Sede, en unas declaraciones a Zenit (14-09-2010).
El embajador del Reino Unido ante la Santa Sede destaca, junto a la dimensión religiosa del viaje, su valor diplomático. El carácter de visita de Estado se explica por el interés mutuo en las relaciones: “En los últimos seis años hemos tenido cinco visitas de primeros ministros (a la Santa Sede). Creo que probablemente sólo Washington o Bruselas han tenido tantas visitas de primeros ministros británicos.” “Nuestras relaciones no son con esa pequeña Ciudad Estado, sino con la Santa Sede. Nuestras relaciones diplomáticas son con esa presencia global que tiene la Santa Sede y que afecta al 17,5% de la población mundial. Por tanto, toca muchas cuestiones globales, como el desarrollo internacional, el desarme, el cambio climático, la resolución y prevención de conflictos.”
En cuanto a las críticas contra el Papa y la Iglesia Católica en los medios de comunicación británicos, Campbell distingue: “Tenemos una tradición de protesta, una tradición democrática de personas que son capaces de protestar y de gritar su punto de vista, pero tenemos también una tradición de respeto para permitir que el otro sea escuchado. Creo que fuera de Gran Bretaña los periodistas tienen el riesgo de pensar que quienes gritan más fuerte son aquellos a los que más se les escucha. Sería un error pensar que las voces que gritan representan a toda la población.”
También advierte que Gran Bretaña, más que un país laico es una sociedad pluralista, con aplicaciones prácticas muy respetuosas con las convicciones religiosas. “Casi un cuarto de los niños británicos van a escuelas religiosas, que son escuelas estatales. Son pagadas por el Estado. Siguen el «ethos» de una Iglesia particular. El 10% de todas las escuelas británicas son católicas. Por tanto, nos encontramos ante uno de los sistemas escolares más favorables a las escuelas religiosas en el mundo.”
Preparado para comprender Gran Bretaña
Campbell piensa que Benedicto XVI está especialmente preparado para comprender Gran Bretaña. A diferencia de sus predecesores, que procedían de países de mayoría católica, “Benedicto XVI procede de una sociedad en la que católicos y luteranos viven codo a codo. Además, buena parte de su vida enseñó en una universidad que tenía una Facultad de Teología luterana y católica. Creo que es un Papa que viene a Gran Bretaña con un profundo conocimiento del protestantismo. En Escocia tenemos el presbiterianismo, la figura de John Knox y sus relaciones con Ginebra; y en Inglaterra tenemos a la Iglesia de Inglaterra que es una combinación de tradición apostólica y tradición de la Reforma.”
Subraya también que la expresión de “minorías creativas” , aplicada por Benedicto XVI a los cristianos en Europa, procede de Arnold Toynbee, el célebre historiador británico del siglo XX. Y la tercera dimensión, es que “una de las grandes prioridades del papado de Benedicto XVI y de su teología es la relación entre fe y razón, y el lugar de la religión en la vida pública. (…). Si usted piensa en las tres grandes figuras del catolicismo inglés, Tomás Beckett, Tomás Moro y John Henry Newman, puede ver que su tema es la razón y la fe.”
Cambios en 28 años
Al comparar la visita de Benedicto XVI con la de Juan Pablo II en 1982, Campbell recuerda que la visita de Juan Pablo II “fue como caminar en la cuerda floja desde el punto de vista diplomático”, con la guerra de las Malvinas, el conflicto de Irlanda del Norte… Benedicto XVI no encuentra esa situación, pero también la sociedad ha cambiado. “Benedicto XVI es quizá más cercano a la experiencia británica, a causa de su experiencia de fe y de razón, de compromiso intelectual, y Newman es el exponente de todo esto.” Al mismo tiempo el panorama de la Iglesia católica en Gran Bretaña ha cambiado en los últimos 28 años: “La Iglesia tiene una mayor diversidad racial. Los inmigrantes proceden de Asia, la India, del África subsahariana, de América Latina, del continente europeo, en particular de Europa del Este.”
Francis Campbell piensa que los británicos se sorprenderán al conocer a Benedicto XVI: “Creo que la sorpresa será que ellos verán y escucharán al Papa directamente, sin filtros. Se han atribuido al Papa declaraciones que no ha hecho. Hay mitos sobre lo que el Papa enseña, como que atacó nuestra legislación sobre igualdad para interferir en su aprobación en el Parlamento.”
“Y creo que la gente descubrirá a un personaje cálido e inteligente, que viene en una histórica visita llena de gestos de acercamiento.”
Un único motivo real
El catedrático Rafael Navarro-Valls hace un repaso en El Mundo (15-09-2010) del verdadero motivo del viaje de Benedicto XVI al Reino Unido.
A pesar de que algunas de ellas se tienen como las principales razones de la visita del Papa Benedicto a Reino Unido, Rafael Navarro-Valls enumera en su artículo tres que en realidad no lo son:
– La oficial, esgrimida por el Gobierno inglés, que se ciñe a la importancia de la Santa Sede y en particular a su lucha contra la pobreza en el mundo.
– Una operación de marketing destinada a mejorar la imagen de Benedicto XVI en el mundo anglosajón.
– Una ocasión política para convencer a los líderes ingleses de aprobar tal o cual ley en el Parlamento de Westminster.
Una minoría cristiana creativa
Por el contrario, Navarro-Valls interpreta la visita del Papa como un gesto que por encima de las batallas presentes se enmarca dentro de una labor apostólica a largo plazo:
“Por encima de la multiplicidad y complejidad de temáticas, hay un eslabón común que las une: el tema de Dios. (…) Es una buena ocasión para hacer notar que la batalla para recuperar el alma del Reino Unido pasa por poner menos esperanzas en reformas políticas o sociales y ahondar más en Dios y los valores espirituales”.
En palabras de John Allen, experto vaticanista y analista de la CNN -recogidas también en el artículo de Navarro-Valls-, “su propósito es avanzar en el proyecto de Benedicto XVI de crear una minoría creativa cristiana”.
Además, uno de los actos previstos que se celebrará durante la visita papal es la beatificación del Cardenal Newman, algo que -según Navarro-Valls- trae a los líderes anglicanos el agridulce recuerdo de un notable intelectual cuya conversión al catolicismo fue el primer paso que arrastró, con el tiempo, hacia la Iglesia de Roma a personalidades como G.K. Chesterton, Evelyn Waugh o J.R.R. Tolkien entre otros.
Un acto -según Navarro-Valls- abierto también a interpretaciones. Como un gesto de ecumenismo si se interpreta como lo que realmente es y si se hace torcidamente como un modo de recordar a los anglicanos la fuerza de la fe católica.
El Papa merece algo mejor
Para los sectores más críticos con la Iglesia católica, el viaje de Benedicto XVI a Gran Bretaña se ha convertido en una oportunidad más para lanzar sus ataques contra la religión. En un artículo publicado por el Daily Telegraph (15-09-2010), el historiador británico Michael Burleigh pide honradez intelectual para que disminuya el ruido mediático y se pueda escuchar lo que tiene que decir el Papa.
Ciertamente, Benedicto XVI no lo tiene nada fácil. En condiciones normales, dice Burleigh, lo normal sería dar la bienvenida al Papa. Pero el escándalo de los abusos sexuales que ha sacudido a la Iglesia ha servido de oportunidad para que algunos grupos acaparen la atención de todo el mundo.
Es previsible -advierte Burleigh- que la cuestión de los abusos a menores acapare la atención mediática, sobre todo de la BBC, advierte. Por eso, “habrá que hacer un esfuerzo especial para lograr sintonizar y escuchar lo que dice el Papa”.
En este contexto de críticas, alguno podría añorar a Juan Pablo II. Él podría ser el candidato perfecto para lidiar con tanto “comediante”. Sin embargo, Burleigh cree que “para cualquiera abierto de mente, una de las mayores ventajas del Papa es que, estando familiarizado con varias disciplinas académicas, aporta una perspectiva única a cuestiones que a menudo se reducen a la coyuntura política”.
Burleigh pone como ejemplo de mensaje que vale la pena escuchar la crítica de Benedicto XVI al laicismo. El Papa no se inquieta por la separación entre Iglesia y Estado -que es consustancial a la cultura cristiana-, sino por “la erradicación amnésica de una de las raíces principales de la civilización occidental así como por el deliberado empeño de marginar a todas las religiones a la esfera privada”.
“Esperemos que el mensaje a Occidente de este hombre serio puede llegar a todos con claridad, pese al empeño por oscurecerlo de los críticos cuyos oídos están cerrados desde hace tiempo”, concluye Burleigh.