La OMS dio por terminada el pasado 10 de agosto la pandemia de la gripe A, que al final ha sido más dañina para el prestigio de la organización que para la salud del mundo. La alarma creada se desvaneció, dejando un rastro de millones de vacunas no utilizadas. Es un caso más de una aplicación arriesgada del “principio de precaución”, con el que las sociedades modernas quieren protegerse de todo riesgo mientras se atemorizan a sí mismas.
La idea inspiradora de este principio es que las autoridades reguladoras deben tomar medidas para evitarnos posibles daños, aunque las relaciones de causa a efecto no sean claras y aunque no haya evidencias de que los daños vayan a concretarse. El principio tiene versiones más débiles o más fuertes, según lo…
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