El gobierno de Cataluña quiere investigar una clínica de Barcelona por ofrecer terapia a homosexuales que quieren dejar de serlo (cfr. artículo relacionado). El político catalán Josep Antoni Duran i Lleida, portavoz del grupo parlamentario de Convergència i Unió en el Congreso de los Diputados, comenta en su blog la paradoja que implica esa decisión.
“Nunca he dicho que la homosexualidad sea una enfermedad -dice Duran i Lleida-, pero me sorprende que cuando una persona, casada durante años y con hijos, llega a la conclusión de que en realidad es homosexual, quiere afirmarse en esta tendencia y considera que para ello necesita ayuda, se accede a su petición y se celebra que ‘salga del armario’. Pero en el caso inverso, si esa persona acude voluntariamente a pedir asistencia médica, no puede hacerlo, y en cambio, la Generalitat pretende que vaya al psiquiatra”.
Tal actitud supone que “la especie humana tiene un estado normal, que es la homosexualidad, que nadie puede negarse a avanzar por este camino”; en cambio, no está previsto que alguien quiera alcanzar la heterosexualidad.
Ahí ve Duran i Lleida la “contradicción radical”: consiste en que “la ideología de género afirme que el sexo es una opción mudable, aun transitoria, y que lo importante es el género, y que este principio no se aplique cuando es un homosexual quien desea hacer el tránsito a la heterosexualidad”.