Zuma, polígamo pero sano

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Conciliar familia y trabajo no debe de ser un problema para Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica, que tiene tres esposas oficiales y aún ha encontrado tiempo para otra novia y un affaire extramatrimonial, del que ha nacido su hijo número veinte. La posibilidad de tener un presidente polígamo fue ya motivo de debate en el momento de su elección, pues iba en contra de la imagen de país moderno que quiere asumir Sudáfrica (cfr. Aceprensa 16-01-2009). Sin embargo, Zuma, de 68 años, mantiene que entre los zulúes ilustres es costumbre tener más de una mujer, y que él está orgulloso de atenerse a esta tradición ancestral.

Pero ahora está siendo criticado no por aumentar el número de primeras damas, sino por exhibir un estilo de vida que puede arruinar los esfuerzos del gobierno en la prevención del sida. Sudáfrica tiene 5,7 millones de seropositivos -más que ningún otro país africano- y mientras el presidente anterior llegó a cuestionar que el sida estuviera producido por el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana), el gobierno actual ha manifestado su decisión de hablar claro y de promover medidas de prevención.

Zuma es de los que creen que en estos temas lo importante es no ocultar nada. Así, en unas recientes declaraciones manifestaba su convicción de que un matrimonio polígamo donde se discute francamente del VIH es más seguro que una unión monógama en la que el hombre tiene amantes clandestinas. Pero no dijo nada de si no sería más sano un matrimonio monógamo y estrictamente fiel. Se ve que entre los zulúes también se conoce el viejo truco de comparar una situación idealizada con la contraria reducida a sus peores términos.

Pero todos los estudios epidemiológicos confirman que en el África subsahariana la multiplicación de parejas sexuales (con poligamia o por libre) es la principal fuente de contagio, y que su reducción sería el mejor modo de prevenir la infección.

Ya que no puede ponerse como ejemplo de lucha contra la promiscuidad, Zuma saca pecho en otros aspectos. Como el gobierno está haciendo campaña a favor de la circuncisión, que puede reducir el riesgo de contagio en el hombre, Zuma confiesa que él ya lo ha hecho y quiere que sus hijos lo hagan también. Frente a los que le critican por su aventura extramatrimonial que no casa bien con su política de “sexo seguro”, Zuma responde que se ha hecho la prueba cuatro veces (¿quién da más?) y que siempre ha dado resultado negativo.

En lo que Zuma resulta irremediablemente africano es en lo de haber engendrado veinte hijos (aunque las fuentes discrepan sobre el número). Se ve que a este padre de la patria no le inquieta la superpoblación, tan temida por las agencias de la ONU. Aunque si se divide el número de hijos por el de mujeres tampoco es para es tanto.

Después de todo, resulta que el Zuma polígamo tiene un discurso sustancialmente moderno sobre la prevención del sida. Así como las campañas occidentales al uso dan por supuesto que la promiscuidad es la norma, Zuma considera normal tener varias mujeres y alguna amante, con tal que sea a las claras. Coincide también en que la responsabilidad sexual es algo que tiene que ver con condones y pruebas, no con la fidelidad mutua en la pareja. Y cree que basta hablar claro para que cambien las conductas. Lo que no se explica es por qué las infecciones por sida siguen creciendo en África, y solo se han reducido cuando en países como Uganda se hicieron campañas a favor de la fidelidad y el retraso de las relaciones sexuales. Conciliar “sexo seguro” y promiscuidad no es fácil ni en África ni en Europa.

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