El crecimiento de la adhesión a la religión en el África subsahariana desde 1900 hasta el momento actual resulta impresionante, sea cual sea la vara de medir que se utilice, y probablemente constituya la plusmarca mundial de la especialidad. En este inmenso espacio, que se extiende entre el Sáhara y el Cabo de Buena Esperanza, y desde Somalia a Senegal, había en 1900 once millones de musulmanes; su número actual es de doscientos treinta y cuatro millones: se ha multiplicado por más de veinte. En aquel momento, los cristianos eran siete millones; ahora, cuando alcanzan los cuatrocientos setenta millones, la cifra original se ha incrementado más de setenta veces. El 21% de todos los cristianos del mundo se encuentran en esta parte de África, que comparten con el 15% de todos los musulmanes. La población total del África subsahariana ronda en la actualidad los 820 millones de habitantes.
Lo que quizá no sea generalmente conocido es que los dirigentes y los movimientos religiosos constituyen una fuerza muy importante dentro de la sociedad civil y que, aunque la mayoría de los países son laicos, las opiniones de los dirigentes cristianos y musulmanes han de ser tomadas en cuenta. Puesto que la fe religiosa está generalizada y, acerca de determinadas cuestiones morales, es profunda, el clero y los predicadores pueden atraer a los fieles a su causa en cuestiones polémicas. Un buen ejemplo es el actual debate acerca del proyecto de constitución de Kenia, y los controvertidos artículos que tratan del aborto y de los tribunales khadi para musulmanes.
Más tolerancia que extremismo
Los gobiernos africanos también necesitan la asistencia y el favor de las iglesias, en especial de la Iglesia Católica, que es una fuente clave de ayuda y desarrollo para los necesitados, así como para los refugiados de las guerras y las catástrofes naturales. En algunas partes remotas, los únicos rostros blancos que llegan a verse son los del sacerdote misionero y las religiosas. Recientemente, los musulmanes se han incorporado a la actividad de la ayuda humanitaria y ambas religiones trabajan juntas.
A nadie sorprenderá que la aplastante mayoría de cristianos y musulmanes no consideren la violencia ni el “extremismo” religioso como solución de nada, salvo para defenderse de una conversión forzosa. Los africanos están más que familiarizados con las luchas de los extranjeros por los recursos de su continente, cuyos minerales y productos agrícolas -obtenidos con el sudor de su frente- están siendo extraídos y exportados.
Puede afirmarse que los africanos son muy tolerantes en materia de religión. En el noroeste de Uganda y en su capital, Kampala, por ejemplo, son muchos los cristianos y musulmanes que viven juntos en la misma familia. En una reciente encuesta sobre la religión en el África subsahariana, basada en 25.000 mil entrevistas realizadas en 19 países y llevada a cabo por el Pew Research Centre, una tercera parte de los ugandeses entrevistados que afirmaron haber sido criados como musulmanes se consideran actualmente cristianos.
Los lazos de sangre son, por lo general, más fuertes que las creencias religiosas y se mantiene la práctica de preceptos de la religión tradicional. Esto ocurre también en algunas zonas urbanas, aunque principalmente entre los miembros de la generación anterior y por más que algunos de ellos hayan cursado estudios universitarios y gocen de buenos empleos. Persiste un temor que hace que, por si acaso, uno siempre recurra al hechicero, a su relicario y a su parafernalia, no vaya a ser que Dios o Alá no escuchen las oraciones ni atiendan las peticiones con suficiente rapidez; una especie de Plan B. A pesar de que la brujería fue declarada fuera de la ley por las instituciones coloniales, a lo largo y ancho de toda esta región, de hecho no es objeto de acción judicial alguna y las modernas constituciones africanas no se pronuncian sobre la cuestión ya que su práctica está muy extendida.
Defensa del clan familiar
Los africanos son moralmente conservadores y se oponen a cualquier cosa que amenace la integridad del clan familiar, que es su salvavidas. Así se está comprobando actualmente frente la presión exterior acerca de cuestiones tales como la homosexualidad y la “orientación sexual”, el aborto, la prostitución y las relaciones sexuales prematrimoniales.
La poligamia tradicional sigue siendo practicada entre los miembros de la generación anterior y la población rural; está permitida constitucionalmente y es aceptada socialmente; la poligamia “en serie”, uno de los retos a que se enfrenta la vida moderna, está oficialmente muy mal vista, pero cualquier hijo concebido fuera del matrimonio es, en general, bien recibido en el seno de la familia.
La mayoría de los africanos afirmarán que la música, las películas y la televisión occidentales han menoscabado la moral tradicional, pero, aun así, disfrutan con el entretenimiento occidental, que refleja un estilo de vida técnicamente avanzado, más ordenado y cómodo. Entre los jóvenes, que forman la mayoría -la edad media de la población de Uganda, por ejemplo, es de 14,8 años-, el entretenimiento afroamericano y nigeriano cuentan con numerosos admiradores.
Una religión animada
El Islam es una religión del “libro”. Muchos cristianos creen también en la verdad literal de la Biblia, lo que ha dado lugar a un florecimiento de grupos evangélicos. África es el continente de la música y la danza, y a los africanos les gusta que su religión sea “animada”, franca y, a menudo, emocional, lo que ha atraído a muchos jóvenes hacia los pentecostales. Las promesas de salud y riqueza, el “evangelio de la prosperidad”, son factores decisivos para muchos a la hora de practicar su religión. La misma encuesta menciona que la mayoría de los creyentes asisten a oficios religiosos, dan limosna y ayunan -a menudo de forma muy rigurosa- durante la Cuaresma y el Ramadán.
La evangelización se propagó a través de las misiones cristianas, que constituían complejos formados por iglesia, clínica, escuelas y convento, viviendas de misioneros y pabellón de invitados. A finales de los años sesenta, con las independencias, la Iglesia católica perdió sus instituciones educativas, de las que, en una súbita oleada de nacionalismo, se hicieron cargo los gobiernos. Fue una gran pérdida; la catequesis se resintió y todavía trata de recuperarse. Sin embargo, y pese a gran parte de los medios de comunicación dominantes y de unos pocos y vociferantes intelectuales formados en Occidente, la gente sigue abierta a la verdad y la abraza cuando la encuentra.
El África Subsahariana puede ser una de las regiones más religiosas del planeta. Lo sea o no, está lejos de ser un campo de batalla religioso.
|