Thomas Idergard es director del Programa de Bienestar de Timbro, uno de los principales think tanks suecos. En una entrevista para la Fundación Heritage explica los pasos que se han dado para introducir el cheque escolar en Suecia y cómo esta reforma ha hecho realidad el derecho de los padres a elegir el colegio que deseen para sus hijos.
Suecia introdujo el cheque escolar, el llamado skolpeng, en 1992 como uno de los pilares de su programa universal de elección de escuela. Y aunque la decisión fue tomada por un gobierno de centro-derecha, con la oposición de otros grupos políticos, lo cierto es que, como indica Idergard, cuando los socialdemócratas llegaron de nuevo al poder en 1994 no sólo mantuvieron el cheque, sino que aumentaron su cuantía.
No se trata, pues, de una política marcada por la ideología. Sobre el cheque escolar, “hoy en día -explica Idergard- existe casi un consenso total, con la única excepción de la extrema izquierda”. Además puede decirse que se basa “en la tradición escandinava de la justicia social y la igualdad: todas las familias deben poder elegir entre las escuelas públicas y privadas, con independencia de su estatus económico o riqueza. ¡La filosofía de la igualdad de oportunidades ha creado un mercado educativo!”, subraya.
La competencia, que favorece en algunos sectores la mejora de los productos o servicios y la inventiva de los proveedores, también puede tener efectos positivos en la enseñanza. Idegaard sostiene que “los programas de elección de escuela como el de Suecia, que hace de la libertad de elección la situación por defecto en el sistema educativo, fomenta la competencia y, por tanto, el espíritu empresarial y la innovación”.
El modelo sueco, en concreto, se sustenta sobre dos principios: la igualdad de oportunidades para elegir, con independencia de la situación económica de la familia; y la igualdad de oportunidades para las empresas educativas, que pueden crear colegios independientes y ofrecer los proyectos y programas educativos que quieran, siempre que cumplan los requisitos nacionales de calidad.
Variedad
Esta política ha cambiado por completo el panorama de la enseñanza sueca. En 1992, menos del uno por ciento de los colegios eran independientes del poder político municipal; ahora, el 14% de las escuelas de enseñanza obligatoria y el 44% de las de secundaria son de titularidad privada. Y las cifras van en aumento.
Pero lo importante no es sólo la titularidad de las escuelas: “Hoy día, casi la mitad de las escuelas independientes difieren más o menos radicalmente de las escuelas públicas en relación con el concepto y los métodos pedagógicos. El 10% de las escuelas privadas son religiosas o confesionales; más de seis de cada diez funcionan como sociedades limitadas lucrativas, una forma que ha llegado a ser bastante común con los años. Y hay también escuelas locales y pequeñas, fundadas por profesores y directores (…) junto con cadenas de colegios representados por todo el país”.
El 10% de los alumnos en enseñanza obligatoria estudian actualmente en colegios independientes; en el caso de la educación secundaria, llega al 20%. Las escuelas privadas e independientes han dejado de ser ya un fenómeno extraño en el paisaje escolar sueco, donde diferentes centros y proyectos docentes conviven de forma natural. Idergard no duda de que la mejora en la enseñanza se debe a la competencia que el programa universal de elección de escuela ha generado. “Las pequeñas escuelas independientes han desafiado muchas veces a las públicas y las obligan a mejorar. Además las grandes sociedades educativas que cuentan con muchos colegios (…) han demostrado ser una importante fuerza para el progreso innovador, tanto respecto a los métodos de enseñanza cuanto a la manera de medir, comparar, mantener y mejorar los resultados”.
Los colegios independientes, de media, tienen menos costes por alumno que las escuelas públicas. De hecho, desde 2004, el aumento de los costes por alumno ha sido menor para este tipo de escuelas que para todo el sistema educativo del país. Se ha comprobado también que las escuelas de titularidad privada dedican mayor porcentaje de sus ingresos en la docencia y que gestionan sus recursos de manera más eficiente.
Las escuelas públicas también mejoran
En general, los estudiantes de las escuelas independientes tienen mejores resultados. Pero la competencia entre los colegios públicos y los privados ha provocado que los primeros también mejoren su rendimiento. “Dos importantes estudios, uno de la ONG Instituto de Estudios Futuros y otro del Consejo Nacional de Educación (la autoridad pública más alta en la materia), han estudiado la respuesta de las escuelas públicas a la competencia en lugares donde se han establecido escuelas independientes. En ambos casos, dice Idergard, se demostró que las escuelas públicas de esas ciudades eran más eficientes y exitosas, tanto en el uso de los recursos como en el logro de mejores resultados académicos- que la media nacional”. Esto es debido, continúa explicando, a la necesidad que tienen de atraer a los estudiantes, ya que de otro modo perderían parte de sus ingresos, que dependen de la cantidad de alumnos.
Los padres parecen estar satisfechos con estas experiencias, aunque las estadísticas demuestran que están más contentos quienes llevan a sus hijos a las escuelas privadas. En todas los puntos de la valoración -cercanía de la escuela a casa, apoyo al estudiante, nivel de recursos, participación del profesorado, etc.- resulta mejor parada la escuela independiente. En cualquier caso, lo que importa es que los padres consideran que tiene el derecho a decidir a qué escuela van a enviar a sus hijos, y esta convicción “está muy arraigado” en las familias suecas.
Bueno para los profesores
Idergad no se explica por qué en algunos países, como en EE.UU., los principales opositores al cheque escolar y a la elección de escuela son los sindicatos de profesores. “Eso atenta contra el interés fundamental de sus miembros”: la elección de escuela ofrece también mayores posibilidades al profesor. En Suecia, aunque los sindicatos no apoyaron públicamente el cheque escolar, tampoco se opusieron porque pensaban que con ella también salían ganando los profesores, como confirman los estudios sobre satisfacción del profesorado.
Pero también en este caso salen ganando los profesionales de las escuelas privadas: en el último Informe de Calidad se señalaba que la satisfacción del profesor con su empleador, el ambiente de trabajo y las condiciones de la enseñanza son superiores en las escuelas independientes. Afirma irónicamente Idegard que “tal vez estos mayores niveles de satisfacción de los profesores en los colegios independientes expliquen su menor número de bajas por enfermedad”.