Aunque se esperan muchos cambios de Obama, su primera decisión en Washington ha sido muy tradicional: los Obama han escogido para sus hijas una cara y prestigiosa escuela privada. Malia, de 10 años, y Sasha, de 7, estudiarán en Sidwell, donde también fue alumna la hija de los Clinton, Chelsea.
Este recurso a la escuela privada en Washington es bastante “bipartidista”, pues casi todos los miembros de la clase política hacen lo mismo. Lo que diferencia a los demócratas es que en sus propuestas políticas son ardientes defensores de la escuela pública, aunque prefieren que sus hijos no ocupen plaza quizá para dar oportunidades a otros.
Sidwell es una escuela -en realidad con dos sedes- de 1.000 a 1.100 alumnos, de los cuales el 39% se consideran afroamericanos. El ideario de esta escuela, de origen cuáquero, dice que Sidwell es una institución “comprometida con el ideal de la diversidad en cuanto a la edad, origen económico, etnia, género, discapacidad, afiliación política, raza y orientación sexual entre sus estudiantes, profesores y directivos”. La diversidad económica no se sabe cómo la aseguran, ya que el coste anual es de 28.442 dólares para la escuela primaria y 29.442 para la enseñanza secundaria, un precio que no la pone al alcance de cualquier bolsillo.
Quizá algún alumno menos adinerado pueda beneficiarse de programas de ayuda como el cheque escolar que está vigente en Washington desde 2004. Este cheque escolar -de un máximo de 7.500 dólares- ha permitido que 2.000 alumnos de menos recursos puedan asistir a escuelas privadas de mejor calidad que las públicas, que allí tienen bastantes problemas. Pero, aunque el programa funciona bien, un nutrido grupo de congresistas demócratas quiere anularlo. El partido demócrata, tradicionalmente aliado con los sindicatos de profesores de la enseñanza pública, afirma que el cheque sale demasiado caro, aunque en realidad su importe por alumno es bastante inferior al coste del puesto escolar público.
Pero las familias beneficiarias del cheque están encantadas y solo aspiran a poder ejercer esa libertad de elección de escuela de la que se benefician los hijos de los políticos.
La portavoz de Michelle Obama se ha apresurado a precisar que la elección de la escuela de las niñas es un asunto puramente familiar, y que no significa desapego por la enseñanza pública. “La Administración Obama -ha dicho- quiere trabajar estrechamente con el sistema escolar en los próximos años para asegurar que la calidad de la educación pública esté disponible para todos los niños”. Solo que en este caso “los Obama han elegido la escuela que era la más apropiada para sus hijas en este momento”.
Hay que comprender la decisión de los Obama. Como cualquier familia quieren lo mejor para sus hijas. Pero, en el campo político, habría que pedir a Obama y a los demócratas que respetaran las decisiones de otros padres, que también quieren que sus impuestos les permitan elegir la escuela que consideran más adecuada para sus hijos, en este momento, sin esperar a esa hipotética mejora que se les promete para el futuro.
La portavoz de Obama dice que la educación de Malia y Sasha es algo independiente de las opciones políticas del presidente. También a los demás padres les gustaría que la ideología política no interfiriera en la educación de sus hijos.