Las nuevas orientaciones de la Comunión anglicana sobre la ordenación de mujeres y la doctrina sobre la homosexualidad suponen un “paso atrás” en el camino hacia la unidad con la Iglesia católica. Así lo ha advertido el cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, en una sincera intervención en la Conferencia de Lambeth, la reunión decenal de la Comunión anglicana.
Kasper ha dicho que la ordenación de mujeres como obispos “bloquea sustancial y definitivamente un posible reconocimiento de las órdenes anglicanas por parte de la Iglesia católica” y por tanto desaparece la “posibilidad realista de la unidad que Cristo exige de nosotros”.
El cardenal Kasper ha manifestado que los católicos están “preocupados y entristecidos” por la “amenaza de fragmentación en el seno de la Comunión anglicana”. Ha recordado que ya desde 2003 la Iglesia católica ha repetido que “es nuestro gran deseo que la Comunión anglicana esté unida”, enraizada en la fe histórica que comparte con la Iglesia católica. Ante los cambios ocurridos últimamente en el seno del anglicanismo, la Iglesia católica se pregunta: “¿Qué forma podrá asumir la Comunión anglicana del mañana, y quien será nuestro interlocutor? ¿Debemos, y en qué modo podemos, empeñarnos apropiada y honestamente en diálogos con cuantos comparten el punto de vista católico en la Comunión anglicana o en particulares provincias anglicanas?”
Kasper ha señalado dos cuestiones que están en el centro de las tensiones en la Comunión anglicana y en sus relaciones con la Iglesia católica: la ordenación de mujeres y la sexualidad humana.
La Iglesia católica está convencida de que su enseñanza sobre la homosexualidad “se basa firmemente en el Antiguo y en el Nuevo Testamento y que, por lo tanto, aquí está en juego la fidelidad a las Escrituras y a la tradición apostólica”. Kasper recuerda que en un documento anterior elaborado en el seno de la Comisión Internacional Anglicano-Católica (ARCIC) se decía que los anglicanos podían concordar con los católicos en que la actividad homosexual es desordenada, pero que podían diferir en lo que respecta al consejo moral y pastoral.
Por eso, Kasper ha sugerido que, “a la luz de las tensiones de los años pasados, una declaración clara de parte de la Comunión anglicana respecto a este tema nos ofrecería mayor posibilidad de brindar un testimonio común de la sexualidad humana y del matrimonio”.
Respecto a la ordenación sacerdotal y episcopal de mujeres, Kasper ha recordado que ya en 1975 la Iglesia católica manifestó a los anglicanos que se atiene a la doctrina que desde el principio ha reservado la ordenación exclusivamente a los hombres. No se trata solo de una posición disciplinar: “La Iglesia católica está vinculada a la voluntad de Jesucristo y no se considera libre de instaurar una nueva tradición ajena a la de la Iglesia de todos los tiempos”.
Al admitir a las mujeres al sacerdocio, el anglicanismo no solo se aleja de la Iglesia católica. “Para nosotros -ha dicho Kasper- la decisión de ordenar mujeres implica un alejamiento de la posición común de todas las Iglesias del primer milenio, es decir, no sólo de la Iglesia católica, sino también de las Iglesias orientales y ortodoxas. Nos parece que la Comunión anglicana se está acercando mucho a las Iglesias protestantes del siglo XVI y está asumiendo una posición que aquellas Iglesias asumieron sólo en la segunda mitad del siglo XX”.
A partir de ahí el cardenal Kasper ha sacado las conclusiones que va a tener en las relaciones con la Iglesia católica la ordenación episcopal de mujeres en la Comunión anglicana. “Ahora debo ser claro respecto a la nueva situación que se ha creado en nuestras relaciones ecuménicas. Si bien nuestro diálogo nos ha llevado a un acuerdo significativo sobre la idea del sacerdocio, la ordenación de las mujeres al episcopado bloquea sustancialmente y definitivamente un posible reconocimiento de las órdenes anglicanas de parte de la Iglesia católica”.
“Esperamos continuar el diálogo teológico entre la Comunión anglicana y la Iglesia católica, pero este último desarrollo amenaza directamente nuestro objetivo y altera el nivel de cuanto perseguíamos en el diálogo”, concluyó Kasper.