Las remesas de los emigrantes mexicanos han contribuido a mejorar el bienestar de los familiares que se quedan al otro lado de la frontera. En los últimos años los fondos enviados se han multiplicado, pero ya se vislumbra un cambio de tendencia. Desde 2000 a 2006, las remesas ascendieron de 6.000 millones de dólares al año hasta casi 24.000 millones, lo que supone una subida del 20% o más, según los años. En cambio, en los cuatro primeros meses de 2008, las remesas descendieron un 2,37%.
Esta caída se debe sobre todo a la crisis económica de Estados Unidos, que ha afectado especialmente al sector de la construcción, donde trabaja el 22% de los emigrantes mexicanos. Según un estudio del Pew Hispanic Center, la tasa de desempleo de los inmigrantes hispanos fue del 6,5% durante los primeros meses de 2008, frente al 4,7% entre los nacionales. Como resultado, unos 152.000 trabajadores mexicanos han tenido que abandonar la construcción.
La caída de las remesas se ha notado especialmente en Michoacán, que es el estado mexicano que más dinero recibe del otro lado de la frontera. Allí las remesas han descendido un 8% desde 2005, lo que supone que las familias han perdido unos 330 millones de dólares en todo el estado.
Otra de las causas del descenso de las remesas es el recrudecimiento de la política contra la inmigración clandestina: en lo que va de año, el número de detenciones en la frontera con México se ha duplicado respecto al año pasado. Según datos recogidos en The Christian Science Monitor (20-06-2008), sólo en el mes de marzo hubo 9.350 detenciones.
Estas cifras se deben a la puesta en marcha de un plan de “tolerancia cero” con los sin papeles, conocido como la Operación Streamline. Desde de que se implantó este programa, los inmigrantes que son arrestados cruzando la frontera de manera ilegal pueden recibir sanciones de hasta seis meses de cárcel antes de ser deportados a su país. Por este motivo, muchos mexicanos están empezando a descartar la posibilidad de cruzar la frontera hacia Estados Unidos.