Cómo afrontar los riesgos

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Uno de los aspectos más difíciles a la hora de encarar el tema del calentamiento global es la amplia gama de resultados compatibles con los modelos vigentes. Éstos oscilan desde los ajustes relativamente baratos a los carísimos, dependiendo de cuál creamos que vaya a ser finalmente la temperatura media del planeta dentro de esa horquilla prevista de uno a seis grados de calentamiento. Esto significa tener que vérselas con la idea del riesgo, un concepto que siempre resulta complicado. Los panoramas más aciagos, por improbables que sean, se venden de maravilla en boca de los comentaristas de prensa y televisión, de ahí que tiendan a predominar entre la opinión pública. (…)

Que conste que, en mi opinión, tanto el marco hipotético del “fin del mundo” como el de “la tecnología lo arreglará” son igual de improbables en estado puro. A mi modo de ver, el futuro consistirá en una combinación de calentamiento y alivio tecnológico. (…)

Adaptarse y prevenir

Teniendo en cuenta la complejidad que rodea al cambio climático, ¿cómo se puede evaluar la situación? (…)

En primer lugar, basándonos en la información más fiable de que disponemos, existen pocas dudas de que el planeta se venga calentando más o menos desde 1850 y de que este calentamiento se haya acelerado en las últimas décadas. (…) Con todo, hay que recordar que en el pasado la Tierra no ha dejado de calentarse y enfriarse, con lo que el mero hecho del calentamiento no constituye un motivo de preocupación en particular. La verdadera pregunta es si la actividad humana es responsable del mismo.

Hay un tema mucho más complejo. Para empezar, sabemos que llevamos desde mediados del siglo XIX saliendo de la Pequeña Edad de Hielo, esto es, desde mucho antes de que cualquier actividad humana pudiese haber tenido efecto alguno. Por otro lado, nunca faltan los científicos dispuestos a ejercer de abogado del diablo y encantados de señalar otros procesos que podrían dar lugar al calentamiento, pero que no están incluidos en los MCG. Uno de ellos, el posible calentamiento leve del Sol, sigue siendo materia de discusión. (…)

En resumidas cuentas, aunque la evidencia de la participación humana en el calentamiento global es cada vez más nítida, aún no se puede decir que el caso sea palmario. Si el calentamiento obedece a tendencias globales que escapan a nuestro control, lo único que podemos hacer es ir pensando en adaptarnos a temperaturas más elevadas. Si, por el contrario, el calentamiento se debe a la actividad humana, entonces podemos ejercer cierto control sobre el clima venidero.

A mi parecer (y recalco lo de parecer), terminaremos por descubrir que al menos una parte, o incluso la mayoría, del calentamiento observado puede atribuirse al uso de combustibles fósiles. Lo cual, en cierto sentido, es una buena noticia, pues nos proporcionaría cierto control sobre el futuro.

Sin embargo, al hacer el balance final de este tipo de razonamiento, me doy cuenta de que se plantean dos cuestiones interrelacionadas: 1) cuánta fe hay que tener en los MCG, y 2) cuánto estamos dispuestos a sacrificar hoy para poner coto al calentamiento global que predicen los modelos.

Como cualquier seguro

(…) En realidad esta situación no supone ninguna novedad. Tenemos un riesgo incierto pero identificado (el calentamiento global) que lleva anejo un enorme coste. Cada vez que conducimos un automóvil hacemos frente al mismo tipo de situación: corremos el riesgo de vernos envueltos en un accidente grave con el correspondiente precio a pagar. La forma en que sobrellevamos el riesgo aparejado a la conducción es suscribiendo un seguro; yo diría que el pago de las primas de un seguro constituye un buen modelo para las decisiones a tomar sobre el calentamiento global. Nadie se gasta todo lo que gana en primas, pero también hay que ser un idiota para no suscribir póliza alguna. Visto de este modo, el debate sobre el calentamiento global se reduce a una discusión sobre qué nivel de cobertura contratar, qué porcentaje de nuestra riqueza estamos dispuestos a invertir en primas.

(…) Supongamos que toda esta historia del calentamiento global resulta ser ficticia, un problema irreal como el del año 2000 (¿lo recuerdan?). ¿Hay algo que pudiésemos hacer ahora para paliar el calentamiento de lo cual no tuviésemos que lamentarnos, ni siquiera si el calentamiento no llegase a materializarse jamás? Si la respuesta es que sí, tales son las medidas que habría que adoptar.

Cuando se analizan las economías industrializadas bajo este prisma, no cuesta mucho encontrar candidatos a esta opción. Algunas de estas cuestiones son de poca entidad: ¿se molestaría alguien si desarrollásemos electrodomésticos más eficaces que cumpliesen la misma función que los actuales pero con menor gasto energético? ¿Perderíamos algo si construyésemos casas con maderos de dos por seis en lugar de dos por cuatro para aislarlas mejor? ¿Y si desarrollásemos métodos más eficaces de reciclado? Creo que dentro de treinta años la gente se alegraría de tener este tipo de tecnología, digan lo que digan los MCG del momento.

Por supuesto, también hay proyectos de mayor calado que encajarían en esa opción. Ahora mismo todas las economías del mundo industrializado funcionan casi exclusivamente a base de combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas natural. No existe ninguna razón particular por la que esta situación deba continuar en el futuro. Ya se dispone de tecnologías alternativas (…)

En los dos últimos siglos, los países industrializados han experimentado dos grandes transformaciones en su principal fuente de energía: de la madera al carbón y del carbón al petróleo. Cambios de este porte tardan unos treinta años en completarse, mientras la vieja maquinaria se desgasta y es sustituida.

Tengo la impresión de que dentro de treinta años la gente estará encantada de conducir coches eléctricos o de pilas de combustible, y de usar energía procedente de células fotovoltaicas en Arizona y de molinos en Dakota del Norte. Las grandes compañías energéticas y los fabricantes de automóviles ya se están involucrando en este tipo de proyectos.

Es probable que ahora mismo bastase con un apoyo sensato a la labor investigadora, junto con algún incentivo fiscal y ciertas modificaciones legales, para llevarnos adonde pretendemos, lo cual me parece un pequeño coste independientemente del desenlace del debate sobre el calentamiento global.

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