Polonia: El centro derecha gana las elecciones a Jarosław Kaczyński

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Varsovia. La victoria de la Plataforma Cívica, de centro-derecha, en las elecciones legislativas de Polonia deja un panorama inesperado, en el que no sólo destaca la derrota del partido de Jarosław Kaczyński, Ley y Justicia. A falta de los resultados definitivos, todo parece indicar que Plataforma Cívica tendrá 209 diputados (con un 41,39% de votos), Ley y Justicia 166 diputados (32,16%), Izquierda y Demócratas (IyD) 53 diputados (13,2%) y Partido Campesino de Polonia 31 diputados (8,93%). La diferencia entre los dos principales partidos se reduce por tanto de los 13 puntos iniciales a 9.

Por un lado, la Plataforma Cívica aglutinó a aquellos que estaban cansados de un gobierno excesivamente pendenciero. Ellos en la oposición no actuaron de otra manera, pero durante la última semana de campaña, después de vencer en los debates televisivos al aún primer ministro y al ex presidente Kwaśniewski, Tusk utilizó hábilmente una ligera nota de populismo. Evitó tocar temas delicados, en los que las diferencias ideológicas con Ley y Justicia pudieran provocar batallas verbales, y empleó un tono optimista que se echó en falta en la campaña de Ley y Justicia. A la gente le resultó excesivo que el partido del gobierno hablara tanto de corrupción.

Pero el gran perdedor no es sólo Ley y Justicia. De hecho, queda como único partido en el poder de Polonia desde 1989 que no sufre un descalabro total en las siguientes elecciones (a pesar de que la abultada derrota en el duelo individual en Varsovia escocerá a Kaczyński, a buen seguro). Ha obtenido más votos en números absolutos, relativos y en diputados que hace dos años, a pesar del desgaste de la coalición con formaciones tan conflictivas como Autodefensa y la Liga de las Familias Polacas.

El buen resultado permitirá a la Plataforma Cívica gobernar con cierta calma y sin necesidad de aliarse con los postcomunistas de IyD. No, la corrupta vieja guardia más algunos antiguos oposicionistas desesperados no serán, como pretendían, la clave para obtener la mayoría parlamentaria, pues el Partido Campesino de Polonia puede ser un compañero de viaje mucho más cómodo. El veto presidencial del otro gemelo será un arma poderosa: necesitarían tres quintas partes del Parlamento para rechazarlo, así que la Plataforma tendría que embarcarse en una coalición con postcomunistas y campesinos, perdiendo así credibilidad ante parte de su electorado y capacidad de movimiento a la hora de gobernar.

El varapalo que sufre la izquierda se lo debe en gran medida a Kwaśniewski: él tenía que ser la locomotora de IyD. Con su comportamiento poco decente, que incluyó borracheras captadas por las cámaras de televisión y comentarios irresponsables a la prensa extranjera, consiguió que la mayor parte del electorado “anti-Ley y Justicia” fuera a parar a Tusk.

Desde ahora en Polonia no tiene que funcionar una división izquierda/derecha a la europea. Si uno se fija en los resultados, dos partidos de centro-derecha y derecha han conseguido casi un 75% de los votos, mientras que la izquierda oscila en torno al 13%. Suena más a Estados Unidos. Cierto es que muchos de los votos a Tusk podían haber acabado en IyD, y cierto es también que Kaczyński se sentiría más cómodo en su papel de jefe de la oposición si el rival fuera la coalición de Plataforma con los ex comunistas, pero la polarización del voto entre dos grandes formaciones se prevé duradera.

Otra nota interesante es la desaparición de la escena política, por obra de Kaczyński principalmente, de los dos partido más impredecibles: Autodefensa y la Liga de las Familias Polacas. No tendrán siquiera la posibilidad de recibir fondos del Estado, por no llegar al 3% de votantes.

Metamorfosis de Tusk

Sobre Donald Tusk se puede decir que ha pasado por una larga metamorfosis. En los comienzos de la democracia polaca su Congreso Liberal-Democrático tenía más fama de libertino que de liberal. Él mismo ha dicho en alguna ocasión que fue revisando algunos de sus puntos de vista conforme su hija iba creciendo. La Plataforma, aunque se ha mostrado en ocasiones indecisa y tibia en asuntos sociales (más bien para distanciarse de Ley y Justicia y de la Liga), posee un importante elemento conservador en sus filas. El encuentro de la semana pasada del líder de la Plataforma con el cardenal Dziwisz, del que no se han conocido demasiados detalles, demuestra que no existe tanto recelo por parte de la Iglesia católica hacia la Plataforma como algunos sugerían. La situación sería bien distinta si se vieran obligados a gobernar con IyD, que trataría de forzar sus ideas sociales.

En lo que se refiere a la economía, puede decirse que la Plataforma opta por fórmulas más liberales que Ley y Justicia, con una disminución del intervencionismo estatal. Llega al poder en el momento ideal para poner en marcha su programa: paro en disminución, economía al alza, grandes proyectos como el Euro 2012 a la vista que vaticinan continuidad o aumento de las inversiones extranjeras… Eso sí, no le faltarán huesos duros de roer, quizá el principal de ellos la Seguridad Social. Y no está claro que tengan a suficiente gente capacitada en su banquillo para cumplir las esperanzas que han infundido en tantos ciudadanos.

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