El Europride 2007, celebrado en Madrid la pasada semana con diversas manifestaciones para exaltar el orgullo gay, puede ser visto desde distintos ángulos. Tres de ellos conviven con total tolerancia en las páginas de un mismo diario (“El País”, 3-07-2007).
El articulista lírico. Fernando Delgado describe así el clima de esta “concentración de la alegría”.
“Era un alivio ver el modo de expresar la libertad de su diferencia a unos ciudadanos que no iban contra nadie, ni siquiera contra quienes siguen yendo contra ellos (…) Y no digo yo que no faltara el grito reivindicativo y protestón, que lo hubo, pero el ingenio sustituyó por lo general al exabrupto (…). Estaban todas las Españas, aunque nadie las recontara, pero eran unas Españas que se gozan en su propia libertad sin intentar imponer nada a nadie”. Al hablar de la participación extranjera menciona también a “los polacos libres, víctimas de unas caricaturas extremas de la Europa de la intolerancia, herederos de los fundamentalismos de Stalin y Wojtyla, cuya homofobia es similar a la de sus piadosos delegados en España”.
El médico de urgencias. Junto al artículo de opinión, un reportaje da cuenta de que 15 hombres tuvieron que ser hospitalizados de madrugada con mareos, pérdida de consciencia, dificultades respiratorias e hipertensión, tras consumir alcohol, pastillas y éxtasis líquido durante las fiestas del Orgullo Gay. Los voluntarios de la Cruz Roja y los médicos del Samur-Protección Civil recogieron a estas víctimas a las puertas de discotecas o en calles de la zona centro.
Fuentes de la Clínica de la Concepción y del Hospital Clínico informaron de que el número de pacientes atendidos podría ser mayor, ya que algunos afectados fueron por sus propios medios a los centros hospitalarios. Un médico de la Concepción dice que este año ha habido consecuencias menos trágicas: “En el Orgullo del año pasado, tuvimos algún caso de derrame cerebral”.
El vecino de Chueca. Pachi González, vecino de Chueca, que ha vivido la transformación del barrio en zona emblemática del movimiento gay, escribe en la sección de Cartas al Director, en el mismo diario.
González cuenta que “hasta este año me parecía que [estas fiestas] tenían un cierto sentido lúdico, de respeto hacia los gays y un excelente ejercicio mental para lograr que algunas mentes cerradas se abrieran a otras formas de ver y vivir la vida”.
Pero piensa que ya no tiene ningíun sentido reivindicativo si “la fiesta gay europea se reduce a ponerse de alcohol hasta los topes, mear en todas las esquinas del barrio, dejar cientos de toneladas de basura en las calles, …palcos escénicos donde hay de todo menos calidad artística, horarios que solo España y sus políticos absurdos permiten consiguiendo que los vecinos del barrio empiecen a pensar que más que en Madrid están en una zona de guerra”.
“Esta misma mañana de domingo, sobre las 10, había cerca de veinte personas en el suelo, tiradas como trapos, como basura…” “Si todo esto que casi no soy capaz de contar sin que me venga a la garganta la náusea es lo que el mundo gay quiere como ejemplo de reivindicación, les sugiero que se lo piensen dos veces, organizadores, Zerolo and company, y todo aquel que tenga algo que ver con estas fiestas, ¡reaccionar! Solo estáis consiguiendo que os empecemos a tener manía”.
“Lo que ha pasado en Chueca estos días no es una fiesta reivindicativa, ni siquiera es una fiesta, es solamente un negocio que además de malo es sucio y sin ideas”.