Lagos. En las escandalosas irregularidades de las elecciones presidenciales de Nigeria, los militantes del Delta han encontrado una buena excusa para redoblar sus actividades. Ya es difícil llevar la cuenta de los secuestros de técnicos y de los oleoductos y estaciones de bombeo destruidos. Hace poco tres oleoductos pertenecientes a la AGIP en el terminal de Brass, de donde salen 200.000 barriles al día, fueron destruidos por los MEND (Emancipación de los pueblos del Delta en Nigeria). Hace unos días los de Chevron fueron cerrados cuando gentes de los pueblos donde operan se manifestaron con machetes y trozos de botellas rotas.
Seis extranjeros fueron secuestrado el pasado 1 de mayo: cuatro italianos, un americano y un croata, que trabajaban para Chevron. Once extranjeros, coreanos y filipinos que habían sido secuestrados el mes pasado en el estado de Rivers, han sido liberados previo pago de su rescate, cuya cuantía se desconoce. Trabajaban para Daewoo, un subcontratista de Shell.
Otros militantes bajo el nombre de COMA (Coalición de Militantes para la Acción) han amenazado con destruir la turbina de gas en Omoku, si las autoridades no detienen al gobernador del estado, Peter Odili, cuando cese en el cargo y pierda su inmunidad, el próximo 29 de mayo. La cláusula de inmunidad hace imposible juzgarles cuando están en el gobierno. El director de la EFCC (Economic and Financial Crimes Commission) ha prometido detener a muchos de los gobernadores antes de que salgan del país para exiliarse y el FBI de los Estados Unidos le ha asegurado su colaboración si logran escapar.
Los problemas del Delta seguirán mientras dure la corrupción. La culpa no es tanto de la explotación del crudo por las multinacionales como de la corrupción del gobierno federal y de los gobiernos de los estados. Estos obtienen cuantiosos recursos derivados de los derechos de extracción del petróleo y de las exportaciones del crudo, pero no los invierten en la zona, dejando a los naturales más pobres de lo que eran antes de la explotación del petróleo. No tienen escuelas, hospitales, servicios de luz o agua, ni carreteras, y sus tierras y zonas de pesca están devastadas por la explotación y los escapes.
Jide MartinsACEPRENSA