Jerusalén. En la estela de «El Código Da Vinci» de Dan Brown, el director canadiense James Cameron estrena ahora un documental sobre una tumba que demostraría que Cristo no resucitó, que el lugar en el que reposó su cuerpo después de la crucifixión no se encuentra en la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén y, en general, que relatos centrales de los Evangelios distan mucho de la realidad. «The Lost Tomb of Jesus» («La tumba perdida de Jesús»), una producción para el Discovery Channel cofilmada por el director de «Titanic» y el canadiense-israelí Simcha Jacobovici, presenta las investigaciones en torno a una tumba encontrada en 1980 en Jerusalén y que, según los autores de la cinta, contenía los restos de la Virgen María, Jesús, María Magdalena y un hijo común de ambos.
De confirmarse las tesis del documental, se tendría que reescribir la historia del cristianismo. Pero el escepticismo entre los expertos es grande y en Israel parece no atribuírsele la más mínima relevancia al hallazgo. Una prueba de ello es que la Autoridad Arqueológica Israelí cedió los supuestos osarios de Jesús y María Magdalena para el acto de presentación del documental en Nueva York el pasado 26 de febrero. ¿Hubiera sido tan fácil conseguir el permiso si se tuviera la más mínima certeza de que dichas urnas de cal constituyen realmente dos de las principales reliquias de la historia del mundo?
Una vieja historia resucitada
La historia en torno al descubrimiento de los restos mortales de Jesús y el azote que supondría para el cristianismo es sin duda digna de Hollywood, y así fue que Antonio Banderas ya interpretó en «The Body» (2001), de Jonas McCord, a un sacerdote encargado de investigar un hallazgo similar al de la tumba jerosolimitana del film de Cameron y Jacobovici. Pero es que dicha tumba ya había sido tema en 1996 de un comentadísimo documental de la BBC (cfr. Aceprensa 50/96) que en su día llevó a que rotativos como por ejemplo «La Stampa» (Turín) titularan en tono sensacionalista «Jesús no resucitó de entre los muertos: tenemos pruebas». Aunque curiosamente, por aquel entonces, no se mencionaba a María Magdalena, tan revalorizada ahora por la moda del «Código Da Vinci».
La galería subterránea en la que se hallaron los osarios fue descubierta en 1980 durante los trabajos de construcción de una urbanización residencial en el distrito de Talpiot. En ella se encontraron diez urnas fúnebres, pertenecientes al parecer a la misma familia, seis de las cuales llevan inscripciones que identifican a los fallecidos como «Jesús, hijo de José», «María», «José» (que sería un hermano de Jesús), «Matia» (otro familiar), «Marianme» (María Magdalena, según el documental) y un niño llamado «Juda, hijo de Jesús».
La Autoridad Arqueológica Israelí es la responsable de más de 30.000 hallazgos arqueológicos en Tierra Santa, entre los que se encuentran miles de tumbas similares a la del documental. Cuando arqueólogos israelíes dan con una tumba así, tras el pertinente análisis de lo encontrado, entierran los restos de los fallecidos y sellan el lugar, tal y como ocurrió con la cavidad en cuestión, que se encuentra tapada con cemento en la zona ajardinada de un edificio de apartamentos. Los arqueólogos que estudiaron en su día la tumba aseguran que, pese a la coincidencia en los nombres, no les llamó en absoluto la atención en vista de que estos eran muy comunes en tiempos del Segundo Templo, cuando vivieron Jesús y su familia.
Los críticos de la nueva producción la consideran «una acción comercial». Cameron y Jacobovici ya dirigieron para Discovery Channel un documental sobre el Exodo («Exodus Decoded») que les reportó pingües beneficios pese a que, según expertos en la materia, contenía numerosos errores históricos. Y «La tumba perdida de Jesús» parece ser una apuesta similar.
Escepticismo de los arqueólogos
Entre los principales escépticos en torno a la nueva cinta se encuentra Amos Kloner, catedrático emérito de la Universidad de Bar-Illan y director de las labores arqueológicas realizadas en los ochenta en Talpiot, quien afirma que en las últimas décadas se encontraron ya tres o cuatro osarios de la época con la inscripción «Jesús, hijo de José». Uno de ellos se conserva en el Museo Rockefeller de Jerusalén, sin que los científicos lo hayan relacionado con Jesucristo.
«Ya hubo grandes titulares en los años cuarenta sobre otro osario de Jesús, considerado en su día como la primera prueba del cristianismo. También hubo otra tumba de Jesús, pero meses después se rechazó. Si me dan pruebas científicas, las estudiaré, pero esto es algo completamente fabricado», declaró el arqueólogo al diario «Jerusalem Post» (27-02-2007). En la misma entrevista, Kloner consideró que «es una historia genial para un telefilm», pero que lo narrado en el documental «es imposible, un sinsentido»: «No hay ninguna probabilidad de que Jesús y sus familiares tuvieran una tumba familiar. Eran una familia de Galilea sin lazos en Jerusalén. La tumba de Talpiot pertenecía a una familia de clase media del siglo I d.C.».
Los puntos de vista de Kloner fueron respaldados por otros expertos, como Shimon Gibson, quien también participó en su día en las labores en Talpiot, o Danny Bahat, actualmente profesor de la Universidad de Toronto. Bahat estableció una comparación con «El Código Da Vinci» y consideró que el nuevo documental es pura ficción que toma «dos hechos correctos» y los rodea de «confusión».
Vicente Poveda