¿Habrá que extender a los musulmanes las medidas de discriminación positiva que en la India se aplican a la población de casta baja? Esta es la cuestión que se debate a raíz de un informe oficial que muestra la situación de desventaja en que se encuentra la mayor minoría religiosa del país.
Pakistán (que en su origen incluía también el actual Bangladesh) es el país creado en la descolonización para albergar a los musulmanes del subcontinente indio. Pero dentro de la India existe otro «Pakistán», casi tan numeroso. Los musulmanes indios son alrededor de 140 millones, el 13% de la población. La India es el tercer país del mundo en número de mahometanos, después de Indonesia y el propio Pakistán.
Una comisión oficial encargada de examinar la situación social de los musulmanes acaba de entregar su informe al gobierno. Sus conclusiones, según el resumen dado a conocer por el gabinete del primer ministro, son que la comunidad musulmana registra «más pobreza que la media, mayor tasa de analfabetismo, menor acceso a la educación, menor proporción de empleos en el sector público y en el privado, y menores posibilidades de lograr crédito para trabajar por cuenta propia». Además, en las zonas urbanas, la mayoría de los musulmanes «vive en barrios de chabolas que se distinguen por la falta de infraestructuras municipales» (cfr. «International Herald Tribune», 30-11-2006).
Concretamente, el informe señala que menos del 4% de los musulmanes completan la enseñanza media, mientras que para el conjunto del país la proporción es del 6%. En el prestigioso Instituto Tecnológico de la India los alumnos musulmanes no llegan al 2%. Los musulmanes son también menos del 3% de los funcionarios y de los jueces de distrito. En cambio, están sobrerrepresentados en las cárceles: en el estado de Maharashtra, por ejemplo, son el 10,6% de la población y el 32,4% de los presos.
Según Abusaleh Shariff, secretario de la comisión que ha elaborado el informe, en algunos estados los indicadores de educación y pobreza de los mahometanos son incluso peores que los de la casta más baja, los «dalits» (antes llamados parias). Sharif añadió que el informe recomienda, entre otras cosas, implantar la enseñanza obligatoria y gratuita hasta los 14 años, así como dar subsidios a las industrias donde se concentran los musulmanes, como las textiles.
Algunos dirigentes musulmanes se han manifestado a favor de corregir las desventajas mediante medidas de discriminación positiva como las destinadas a los «dalits» y miembros de las llamadas clases «atrasadas», a los que se reserva una proporción de puestos en la administración pública, las universidades, etc.
El principal partido de la oposición, el hinduista Bharatiya Janata, ha replicado que la ley india prohíbe las cuotas para grupos religiosos. El gobierno aún no se ha pronunciado; primero presentará oficialmente el informe completo al Parlamento.
Introducir un nuevo criterio de preferencia podría ser muy polémico en la India. Además, el atraso de la comunidad islámica está relacionado con el sistema de castas, aunque este proceda de las creencias hindúes y en teoría no tenga sentido fuera de esa religión. Como la mayoría de los musulmanes indios son conversos del hinduismo o descendientes de conversos, de hecho han conservado la división por castas. El hecho es que entre ellos hay una gran mayoría de «dalits» y una pequeña elite de ricos, sin apenas clase media. Por eso, advierte Imtiaz Ahmad, profesor jubilado de la Universidad Jawaharlal Nehru, extender a los musulmanes la discriminación positiva prevista para las castas bajas beneficiaría de manera desproporcionada a los más acomodados.
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