La Conferencia Episcopal católica de Estados Unidos ha aprobado el 14 de noviembre un documento sobre la atención pastoral a las personas homosexuales. La guía, en palabras de Mons. Serratelli, presidente de la Comisión de la Conferencia Episcopal para la Doctrina, intenta ser «positiva, pastoral y acogedora». Los obispos recuerdan la doctrina de la Iglesia, que «enseña que los actos homosexuales son inmorales», pero «distingue entre adoptar comportamientos homosexuales y tener inclinación homosexual», que «no es pecaminosa en sí misma».
El documento señala que el fundamento de la moral católica «se encuentra en el orden natural establecido por el Creador». Por ello, «los actos inmorales, que no están de acuerdo con el orden natural de las cosas, son incapaces de contribuir a la verdadera realización y felicidad humanas». Recuerda la «universal llamada a la santidad», que también se dirige a las personas homosexuales, aunque reconoce que esta circunstancia «implicará inevitablemente mucha lucha y autodominio, porque seguir a Jesús significa siempre seguir el camino de la Cruz».
El documento afirma que «no hay consenso científico sobre la causa» de la homosexualidad, «ni sobre su terapia». Y a los católicos que experimentan tendencias homosexuales que deseen «explorar terapias» se les recomienda que «busquen el consejo y la asistencia de un profesional cualificado que tenga preparación y competencia» y que «comprenda y comparta las enseñanzas de la Iglesia» sobre la cuestión, así como «buscar la guía de un confesor y director espiritual que apoye su búsqueda de una vida casta».
Los obispos afirman que «el hecho de que los actos homosexuales sean desordenados nunca puede ser utilizado para justificar violencia o discriminación injusta», pero advierten que «la orientación sexual no se puede comparar con la raza o la etnia» en términos de no-discriminación. «No es injusto, por ejemplo, limitar el vínculo matrimonial a la unión entre un hombre y una mujer». Recuerda que «la Iglesia no apoya el llamado ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo ni nada semejante, incluidas las uniones civiles que den la apariencia de matrimonio».
Directrices pastorales
El documento anima a las personas con inclinación homosexual a participar en la vida de la Iglesia y a los que dirigen la comunidad a mantener «una postura acogedora» hacia ellas, aunque «la Iglesia tiene el derecho de negar puestos de servicio a aquellos cuyo comportamiento viola su enseñanza».
La guía señala que puede ser bueno para algunas de estas personas revelar sus tendencias a «ciertos amigos íntimos, miembros de la familia, un director espiritual o miembros de su iglesia», para que le ofrezcan «ayuda espiritual y emocional». Pero avisa que hacer una revelación pública de su condición «no es útil y no se debe fomentar». La catequesis, además, debe «denunciar la discriminación injusta y los comportamientos violentos contra las personas homosexuales y buscar corregir la desinformación que lleva a esos comportamientos».
La atención pastoral a las personas homosexuales fue ya tratada en una Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe en 1986, siendo prefecto el cardenal Ratzinger.
Baptistas y presbiterianos toman medidas
Otras confesiones religiosas de EE.UU. se han pronunciado también sobre la cuestión homosexual. La convención Baptista de Carolina del Norte, la segunda en número de Estados Unidos (1,2 millones de fieles), reunida el 14 de noviembre en su convención anual, aprobó una disposición que afirma que las iglesias que aprueban o sostienen el comportamiento homosexual no estén en comunión con la Convención y podrán ser expulsadas. La medida fue votada por más de los dos tercios de los delegados, el mínimo necesario.
Por otra parte, la Iglesia presbiteriana ha celebrado un juicio contra la reverenda Janet Edwardson, acusada de violar las normas de su confesión por llevar a cabo una ceremonia de boda entre dos mujeres. La reverenda, de 29 años, se ha visto libre de los cargos por un error de procedimiento en los plazos para presentar la demanda.
Los presbiterianos, que cuentan con 3 millones de fieles, ya señalaron en 1991 que las ceremonias nupciales entre personas del mismo sexo «no están permitidas» ni son «correctas».
ACEPRENSA