Un estudio realizado por el Pew Research Center en 13 países con más de 14.000 entrevistados revela que existe una gran fractura entre musulmanes y occidentales y que unos a otros se acusan de los mismos defectos. Ambos siguen los estereotipos que difunden los medios de comunicación, aunque los musulmanes inmigrantes tienen una visión más positiva de la forma de vida occidental.
En los países occidentales se cree que los musulmanes tienden al fanatismo, son intolerantes y no respetan los derechos de las mujeres. Lo musulmanes, por su parte, acusan a los occidentales de egoísmo e inmoralidad, sentimientos que se han agudizado tras la campaña antiterrorista de la Administración Bush. En este sentido, entienden que Occidente aplica un doble rasero al juzgar la violencia, según quién la ejerza. El conflicto entre israelíes y palestinos es emblemático de esta doble moral. En el caso de Turquía ha aumentado considerablemente el sentimiento antioccidental a causa de los problemas de integración con Europa. Sólo el 16% de los turcos encuestados observa con buenos ojos a los occidentales, frente al 31% en 2004.
La situación, sin embargo, cambia si se tienen en cuenta las opiniones de los musulmanes residentes en Occidente. Los musulmanes de fuera de Europa consideran generalmente a los occidentales como violentos e inmorales, visión que no es compartida por los residentes en Francia, Alemania y España. Estos tienen una concepción más positiva de la cultura de los países que los acogen, a excepción de los que viven en el Reino Unido. Piensan, por ejemplo, que no se discrimina a la mujer, cuestión de las que no están tan seguros los ciudadanos de los países musulmanes. Además los inmigrantes encuentran bastante matizada la idea del «choque de civilizaciones», lo cual dice bastante a favor de su integración.
La encuesta revela que ha descendido el apoyo al terrorismo en los países árabes, especialmente en Oriente Medio. En Pakistán, Indonesia y Jordania la cifra de quienes justifican el uso de la violencia ha caído hasta un 29%, respecto del 57% del año anterior. En Turquía y Egipto se mantiene el mismo porcentaje de años anteriores, un 17 y 28% respectivamente. En general, sin embargo, en estos países se sigue dudando de que los autores del 11-S fueran árabes (en Egipto, por ejemplo, sólo lo cree el 17% de la población).
Por parte de los occidentales ha crecido la desconfianza hacia los inmigrantes musulmanes, a causa sobre todo de los atentados terroristas; en Alemania, el 54% de los encuestados desconfía de ellos. La cifra se ha situado en unos niveles alarmantes en España, cerca del 62%, casi el doble que el año anterior (37%). En Rusia, sin embargo, sucede lo contrario. Asimismo, dos tercios de los entrevistados franceses manifestó tener una opinión favorable hacia los musulmanes, a pesar de los disturbios callejeros ocurridos hace unos meses.
Además el antisemitismo está creciendo en los países musulmanes. En ellos se piensa que los occidentales apoyan incondicionalmente la causa israelí. Por eso, la hostilidad se encuentra generalizada en los países relacionados con el conflicto, como en el caso de Egipto o Jordania, lugares donde la mayoría de la población (97 y 98%, respectivamente) les declara cierta enemistad. Por otro lado, muchos musulmanes dan la bienvenida a Hamas y piensan que su victoria electoral puede precipitar un acuerdo de paz justo para las dos partes.
En cualquier caso, el estudio del Pew Center refleja que las relaciones entre países occidentales y musulmanes se contemplan desde una perspectiva pesimista. En Alemania, el 70% de los encuestados cree que no atraviesan precisamente por su mejor momento. Lo mismo ocurre en Francia (66%), Turquía (64%), España y Reino Unido (61%) y Egipto (58%). Pakistán constituye la excepción, pues sólo el 25% piensa que las relaciones son malas. Esto se explica si se tiene en cuenta que este país quiere mejorar sus contactos comerciales con EEUU.
A la hora de buscar responsabilidades las acusaciones se cruzan. En Turquía, Indonesia, Jordania y Egipto se culpa de la fractura entre occidentales y musulmanes a los primeros. En un país dividido como Nigeria, los porcentajes se reparten: el 69% de los nigerianos cristianos señala a los musulmanes y, por el lado de éstos, el 83% acusa a los cristianos.
Donde no existe desacuerdo es a la hora de señalar que los países musulmanes deben hacer esfuerzos por salir de su atraso económico. Sin embargo, mientras los musulmanes sostienen que la causa del subdesarrollo se encuentra en la política económica de los occidentales, éstos opinan que lo primero que tienen que hacer es acabar con el terrorismo fundamentalista, proteger el sistema educativo e implantar la democracia.
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