Al empezar este curso escolar, los padres suecos han podido elegir para sus hijos una escuela pública municipal o una de las 800 escuelas privadas que existen en el país. En este segundo caso, su bolsillo no habrá sufrido mucho: con el sistema de bono escolar introducido en muchos municipios, la financiación pública sigue al alumno allí donde va, para que las familias tengan mayor autonomía y libertad de elección.
El sistema del bono escolar («skolpeng») fue introducido en 1992 bajo el gobierno liberal-conservador de Carl Bildt y ha sobrevivido después con gobiernos socialdemócratas como el actual de Goran Persson. Esta innovación dio un vuelco a un sistema escolar antes muy centralizado. Hoy más de 110.000 jóvenes estudian en alguna de las 800 escuelas no municipales existentes, de las cuales el 52% son gestionadas por sociedades anónimas con fines de lucro. El valor de esos bonos se ha fijado en el 85% del coste medio del alumno en una escuela pública del mismo nivel educativo.
Antes, los padres debían llevar a sus hijos a la escuela que les correspondía según su domicilio. Desde 1992, las familias no están sometidas a este criterio. La única limitación es que las escuelas deben aceptar, en primer lugar, a los alumnos de su zona. Pero los padres pueden solicitar plaza en cualquier otra escuela. Solo faltan escuelas no municipales donde no ha habido interés en establecer esta alternativa.
En Suecia, las escuelas dependen de los municipios, que se encargan de financiarlas. Al gobierno compete la formación de los maestros, la investigación educativa y la elaboración de las pruebas nacionales y de otros instrumentos que sirvan para evaluar los resultados.
Actualmente algunos sectores políticos proponen que la financiación escolar pase a ser responsabilidad del gobierno nacional, en vez de los municipios. Así no habría el problema de que los municipios con menos recursos no puedan dar a sus alumnos lo que reciben otros en regiones más ricas. La idea es que cada escuela reciba el dinero que le corresponde por cada alumno. De todos modos, esta reforma requeriría un cambio trabajoso y una evaluación muy amplia, y por ahora no hay un acuerdo para el futuro inmediato.
Con informaciones de Alejandra Lemmo desde Estocolmo.