Pocas ONG destinan actualmente su tiempo a pensar en las empresas y menos aún en los mercados. Muchas consideran a las compañías como potenciales donantes mientras otras como el villano y causante de la pobreza. Un nuevo estudio demuestra cómo las propias entidades no lucrativas deben cambiar y ayudar para que empresas y mercados contribuyan al desarrollo.
El pasado 20 de junio se presentó en Madrid el informe «La ONG del siglo XXI: en el mercado, por el cambio», realizado por la prestigiosa consultora británica SustainAbility, fundada por John Elkington. En la versión española ha participado Fundación Ecodes.
El estudio es fruto de una investigación en la que participaron más de 200 personas en todo el mundo, principalmente integrantes de ONG, pero también representantes de empresas, gobiernos y universidades, y que contó con el apoyo del Pacto Mundial de Naciones Unidas y del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
En palabras de Seb Beloe, coautor del informe, el estudio es una aproximación a «la evolución de las relaciones entre las empresas y la sociedad civil, y particularmente entre las empresas y las ONG. Pero se trata también de una provocación con el fin de que las propias ONG se cuestionen su propio pensamiento, el sentido de su misión y sus estrategias».
El documento identifica varios asuntos clave que tendrán una profunda influencia en el papel y responsabilidades de las ONG del siglo XXI, así como en sus relaciones con otros agentes (ver cuadro). Parece evidente que las ONG condicionan a los mercados y éstos a su vez a las empresas, por lo que para las empresas será vital saber hacia dónde van las entidades no lucrativas y considerarlas, en cierta medida, como potenciales socios.
¿Es posible «civilizar» al mercado? El estudio muestra que sí, a través de las diferentes estrategias que las entidades no lucrativas pueden adoptar presionando a las empresas, a los mercados de consumidores -a través de boicots- o también a los inversores -activismo accionarial-, o por medio de campañas muy diversas. Pero estas presiones también conviven con otras acciones de colaboración y alianzas en las que ambas partes, empresa y entidades no lucrativas, avanzan juntas.
El gobierno de las ONG es un tema pendiente que hay que abordar, según el estudio. Si el sector no lucrativo mundial mueve ya ingresos superiores al billón de dólares ¿no es justo exigirles buena gestión, eficacia y transparencia? En esta línea viene trabajando en el caso de España la Fundación Lealtad (www.fundacionlealtad.org), que realiza todos los años un informe llamado «Guía de la Transparencia y de las Buenas Prácticas de las ONG», cuya última edición se presentó el pasado 21 de junio (ver Aceprensa 81/05).
Aurora Pimentel