Recordando a Juan Pablo II
Adam Michnik, director del diario polaco «Gazeta Wyborcza», destaca cómo Juan Pablo II supo unir la firmeza en los principios y la necesidad del perdón (traducido en «ABC», 6 abril 2005).
Juan Pablo II defendió lo que no es cambiable en un mundo cambiante; fue -en esa misma medida- el Papa de la dura defensa de los principios y el donante permanente de la misericordia para los descarriados. (…) Fue el Papa que enseñó el valor y el heroísmo, pero que entendía bien el sentido del compromiso en la vida pública y que advirtió de la lógica mortal de la venganza.
Fue signo de la época y signo de la resistencia frente a su época. Dijo a su tiempo: «Si, sí; no, no».
Supo perdonar y enseñó el arte del perdón. La vez que visitó en prisión a su asesino frustrado permanecerá para siempre como el símbolo para el mundo del mensaje cristiano.
Supo también pedir perdón a los que la Iglesia había herido: cristianos de otras confesiones, fieles del islam, judíos.
Puso metas altas: a sí mismo, a la Iglesia, al mundo. A todos. Por eso encontraba oposición. (…)
Para nosotros, gente con raíces en la oposición democrática, del Comité de Defensa de los Trabajadores y de Solidaridad, Juan Pablo II fue la antorcha luminosa de la verdad y de la libertad en un mar de hipocresía, de conformismo y de miedo.