Oxford: «Bienvenidos, extranjeros que pagáis»

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Las universidades británicas andan muy cortas de dinero, pero el gobierno no permite cobrar más de 3.000 libras anuales (4.300 euros) a los estudiantes británicos o de la Unión Europea. Ese fue el tope aprobado el año pasado por los Comunes (ver Aceprensa 13/04); sin embargo, el coste real asciende hasta las 18.600 libras anuales por alumno en una Universidad de elite como Oxford. Después de un año de cavilaciones y cálculos, Oxford ha optado por soluciones drásticas: reducir la proporción de estudiantes británicos para admitir más extranjeros de fuera de la UE -ya que pagan el coste total de los estudios- y reducir costes, aunque haya que pasar por encima de métodos tan tradicionales como son las tutorías personalizadas.

Los problemas económicos afligen a todas las universidades del país, pero Oxford tiene más necesidad de resolverlos antes de que afecten a su prestigio. Los tres años de estudios universitarios de cada uno de sus alumnos cuestan 55.800 libras, pero solo los extranjeros -el 8% de total de alumnos- pagan el coste total. Mientras que el coste real es de 18.600 libras por curso, el alumno británico paga actualmente en la mayoría de las carreras 1.150 libras por curso, y las subvenciones del gobierno aportan otras 9.500 libras por estudiante. Si a eso añadimos las pérdidas de la investigación, también infrafinanciada, que asciende a 67,7 millones de libras, Oxford tiene al año un déficit de 95 millones de libras. Y este notable déficit no se podrá cubrir solo con la subida de la matrícula a 3.000 libras a partir del curso próximo.

Los importantes beneficios de la Oxford University Press y de Isis Innovation -empresa que vende los derechos de propiedad intelectual de la Universidad- no son suficientes. Y los sueldos de los académicos no se pueden recortar, pues ya son más bajos que los de otras universidades de prestigio.

La solución adoptada consiste en reducir el número de alumnos de 11.000 a 10.000 en los próximos cinco años y admitir a más alumnos extranjeros (se calcula que en los próximos diez años podrían pasar del 8% actual al 15%). También habrá que persuadir a los ex alumnos para que realicen donaciones a la Universidad: ahora solo lo hacen el 5%, mientras que en las más prestigiosas universidades estadounidenses lo hacen más del 60%. Y cambiar el sistema de tutorías personalizadas, seña de identidad de Oxford, para que las realicen profesores asistentes jóvenes en lugar de los prestigiosos «lecturers».

El pago íntegro de los alumnos extranjeros y la reducción de costes del profesorado aliviará las pérdidas. Pero Oxford debería conseguir muchos más donativos: en el curso 2002/2003 captó 58 millones de libras; en cambio Harvard ingresó 262 millones por donaciones y Stanford, 250 millones de libras.

Para algunos, la reducción de alumnos y el aumento de la cuota de extranjeros aumentará la competencia para entrar en Oxford. El momento es idóneo ya que Estados Unidos ha endurecido la concesión de visados y rechaza a miles de potenciales estudiantes cada año.

Sin embargo, Oxford y las demás universidades británicas tienen otros problemas. Según «The Economist» (15-01-2005), la competencia por atraer al alumno extranjero, indio y chino en especial, es cada vez mayor en Europa (incluso por universidades estadounidenses afincadas en el continente). China está desarrollando sus propias universidades y cada vez más estudiantes asiáticos eligen ese destino. Los propios profesores británicos ven el incremento de estudiantes extranjeros en sus aulas con cierto malestar, debido a las diferencias culturales. Y muchos estudiantes tienen dificultades para abrir cuentas corrientes, conseguir trabajos, obtener y renovar los visados, etc.: algo tan simple como las comisiones bancarias son suficientes para que un estudiante extranjero opte por otro destino. Pero sobre todo, y aunque comprenden que deben pagar más que los estudiantes nacionales, tienen sensación de estar costeándoles una especie de subsidio universitario.

El TC alemán autoriza el cobro de tasas

El Tribunal Constitucional alemán autorizó después de un largo debate político el cobro de tasas académicas en las universidades, que hasta la fecha eran gratuitas para las primeras carreras estudiadas por los alumnos. En una decisión del 26 de enero, los jueces de la máxima instancia judicial alemana anularon una ley marco de universidades aprobada en 2002 por el gobierno de socialdemócratas y verdes del canciller Gerhard Schröder, que mantenía la prohibición de tasas académicas para las primeras carreras.

El tribunal considera que dicha ley viola las competencias de los «Länder» (estados federados), responsables directos de la gestión de las universidades, y que por ello es anticonstitucional. La demanda había sido presentada por seis estados gobernados por los democristianos. Cinco de ellos han anunciado la introducción inmediata de tasas de 500 euros por semestre, convencidos de que ayudará a mejorar la oferta académica.

En los últimos años, varios estados han introducido paulatinamente tasas para las segundas carreras, además de para aquellos estudiantes que superan ampliamente el número de semestres de estudio previsto en los planes académicos. Entre éstos se encuentran «Länder» gobernados tanto por democristianos como por socialdemócratas, aunque la mayoría de estos últimos se inclinan por la gratuidad.

En su decisión, el TC exigió que, de aplicarse tasas académicas, se creen sistemas para ayudar a los estudiantes que lo necesiten. Así, por ejemplo, el gobierno regional de Baviera está analizando modelos de créditos y becas estatales para estudiantes.

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