Contrapunto
En España, la escuela católica -a diferencia del cine nacional- tiene más éxito de público que de crítica. La imagen más recurrente en películas o novelas tiende a presentar los colegios de religiosos como el prototipo de una enseñanza autoritaria, adoctrinadora, que habría traumatizado a los infelices que han pasado por ella. Basta ver «La mala educación», de Almodóvar (servicio 48/04), para comprobar lo que da de sí el tópico. Quizá sea que solo los que han tenido una experiencia infeliz en un colegio de este tipo se empeñan de mayores en contarla (o inventarla) a los cuatro vientos. Pero si esa fuera la regla y no la excepción, no se entiende que los colegios religiosos se sigan llenando con los hijos de ex alumnos y con otros nuevos. Sus padres no debieron de salir muy insatisfechos cuando procuran que sus hijos se formen en ese mismo marco.
A pesar de esa antipropaganda mediática y, a menudo, de las trabas del poder político socialista, la escuela católica pone el cartel de «completo» en muchos sitios. En Madrid, el éxito de los centros de enseñanza concertada -de los que el 70% son católicos- se manifiesta en el número de solicitudes que estos colegios no pueden atender. En la capital, en junio pasado se presentaron 7.100 solicitudes más que plazas disponibles, mientras que la enseñanza pública recibió 11.100 menos de las que ofrecía. La enseñanza pública en la comunidad de Madrid acoge todavía al 60% del alumnado, frente al 26% que acuden a colegios concertados (financiados con fondos públicos) y el 14,3% que van a colegios privados. Pero si los recursos públicos se repartieran de acuerdo con la demanda social, lo que habría que hacer es ampliar los conciertos.
El atractivo de la enseñanza católica es patente también en otros países europeos. En la secularizada Francia, la enseñanza privada acoge a unos dos millones de alumnos (un 20% del total), y de estos el 96% van a escuelas católicas. Una vez más este curso, la enseñanza católica no ha podido admitir por falta de plazas a 20.000 candidatos. Aun así, el crecimiento de efectivos en septiembre de 2003 (+13.000 alumnos) y en este año (+2.479) ha obligado a los centros a aumentar el número de alumnos por clase hasta 35, y aún más en algunos sitios (si sucediera algo similar en la enseñanza pública española, los sindicatos pondrían el grito en el cielo).
En Alemania, las solicitudes para estudiar en colegios católicos superan cada año en un 30% las plazas disponibles. Los 370.000 alumnos de estos colegios solo suponen el 3% del total, pero no han dejado de crecer en los últimos años. Muchos padres buscan la formación religiosa de sus hijos, mientras que otros valoran sobre todo la exigencia académica y la atención personalizada (cfr. servicio 55/03).
En el Reino Unido, donde cada año se publica la clasificación de los colegios según las notas obtenidas por sus alumnos en las pruebas del Certificado General de Enseñanza Secundaria, basta ver la lista para comprender por qué las escuelas cristianas (anglicanas y católicas) tengan más peticiones que plazas disponibles. Las escuelas cristianas explican su éxito por los principios que inspiran su enseñanza y por su ambiente educativo.
Todo parece indicar que, dentro y fuera de España, la gente relaciona las escuelas católicas con la buena educación. Y que cuando buscan el ambiente educativo en que sus hijos pueden crecer con mejores estímulos, muchos recurren a colegios inspirados en una antropología cristiana. De modo que estas escuelas viven gracias a la elección de los que llenan sus aulas, y no, como el cine español, de subvenciones para cubrir los huecos en las salas.
Juan Domínguez