Lagos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) había previsto lograr la eliminación de la poliomelitis en todo el mundo en 2005, con cinco años de retraso respecto a la meta original (ver servicio 60/02). Las campañas de vacunación ya habían logrado reducir las infecciones de 370.000 en 1988 a 537 en 2001, lo que permitía confiar en que se lograría el objetivo. Pero de pronto ha habido un retroceso, con más de 800 casos de octubre de 2002 al mismo mes de 2003, algunos en cinco países donde la enfermedad se daba por erradicada. Cuatro de ellos son vecinos de Nigeria, que a su vez cuenta cerca de un tercio de los nuevos casos. La preocupación de la OMS se centra en el norte de este país, donde se ha detenido la vacunación de niños por interferencia de la política y tal vez la religión.
El Estado nigeriano de Kanu, de mayoría musulmana y uno de los que han instaurado la ley islámica, ha paralizado la campaña de inmunización porque, dice, las vacunas están contaminadas con estrógeno, de modo que pueden causar esterilidad en las niñas. La denuncia fue hecha por el Dr. Ibrahim Ahmed Datti, que además de médico es presidente del Consejo Supremo de la Sharía. «No es contaminación -dijo-: es adulteración. Es un intento de controlar la población del Tercer Mundo». Sus palabras, difundidas en las mezquitas, han encontrado oídos bien dispuestos en el pueblo musulmán, de fuerte sentimiento anti-americano, que fácilmente da crédito a rumores de conspiraciones occidentales.
El gobernador de Kanu, Ibrahim Shekarau, ha encargado a un comité de imanes y científicos examinar las vacunas y presentar un informe para que pueda adoptar una postura oficial. El caso es que las vacunas ya fueron analizadas en dos hospitales de Nigeria y recibieron el visto bueno de representantes de la OMS, líderes religiosos y funcionarios de la sanidad pública. Desde luego, no se encontraron trazas de estrógeno.
El caso de las vacunas es uno más de la manipulación habitual en el norte de Nigeria, donde hay altas tasas de analfabetismo. Las elites de la zona tergiversan la información en su propio provecho político. Cuando los organismos nacionales o internacionales quieren comunicarse con la gente, lo hacen por medio de los líderes religiosos o políticos, que son quienes hablan al pueblo. El colorido, el tono y los matices con que presentan cada asunto determinan la reacción popular. Después del 11-S, la aversión a Estados Unidos y Occidente se ha convertido en un punto fuerte de los islamistas fanáticos, y el norte de Nigeria no es una excepción.
Pero no se debe olvidar el trasfondo de las acusaciones contra los organismos internacionales. África -Nigeria en particular- es objeto de una enérgica campaña de control de la natalidad, que dedica millones de dólares a facilitar abortos y esterilizaciones bajo la guisa de los llamados «servicios de salud reproductiva». Hubo gran regocijo en Nigeria cuando el presidente norteamericano George Bush retiró la financiación federal a las organizaciones especializadas en tales menesteres.
El 17 de enero el comité de Kanu encargado de analizar las vacunas anunció que había encontrado estrógeno en algunas muestras y, por tanto, se mantiene la suspensión de las vacunaciones hasta que se disponga de remesas seguras. Por su parte, la OMS sigue insistiendo en que no hay adulteración. Mientras no haya nuevas confirmaciones independientes de lo uno o lo otro, lo más seguro es atribuir el asunto a maniobras políticas.
Eugene Agboifo Ohu