Los matrimonios de las parejas que viven juntas antes de casarse son más conflictivos y corren un riesgo de divorcio doble que el de los que se casan directamente. Esta es la conclusión de un estudio, realizado por expertos del Pennsylvania State University de Pittsburgh (Estados Unidos), con una muestra de 1.425 matrimonios estadounidenses divididos en dos grupos según el año de casamiento: el primero entre 1964 y 1980, cuando la cohabitación era menos frecuente, y el segundo de 1981 a 1997, cuando el fenómeno se había extendido.
La investigación descubrió que, en ambos grupos, los que habían cohabitado tenían más problemas dentro de su matrimonio y eran más propensos a divorciarse que los que no habían vivido juntos antes. «Se ha comprobado fehacientemente que vivir juntos antes del matrimonio no favorece al matrimonio, en contraposición a la creencia generalizada de que mejoraría la capacidad para elegir pareja y ayudaría a la estabilidad matrimonial», señala Claire M. Kamp Dush, una de las autoras del estudio.
Los autores del estudio explican: «Un compromiso débil con el matrimonio perdurable y una menor atención a la capacidad de comunicarse durante la cohabitación, pueden transferirse después al matrimonio y hacer así a las parejas más vulnerables frente a los inevitables problemas que deben afrontar a lo largo del tiempo». El estudio, titulado The Relationship Between Cohabitation and Marital Quality and Stability: Change Across Cohorts?, ha sido publicado el pasado agosto en Journal of Marriage and the Family (agosto 2003).
La creciente inestabilidad de matrimonios jóvenes se observa también en las últimas estadísticas de divorcios en el Reino Unido.
El mayor índice de divorcios se ha producido entre hombres de 30-34 años y mujeres de 25-29 años o cuando la pareja ha tenido un hijo antes del matrimonio. La tasa en esos casos fue del 28 por 1.000 habitantes, frente a una media general del 13 por 1.000. Sin embargo, la más alta tasa de divorcios ha tenido lugar entre los que se han casado por segunda o tercera vez. La edad media de divorcio es de 39,4 años en los hombres y 41,9 en las mujeres. Y la duración media del matrimonio roto es de 11 años.
Desde la última mitad del siglo XX el divorcio es cada vez más temprano. Solo un 3% de los matrimonios celebrados en 1951 se divorciaron durante los diez primeros años de matrimonio. La proporción se elevó al 7% en 1961 y al 17% en 1971. Diez años después el porcentaje alcanzó el 23% y subió considerablemente hasta alcanzar el 41% actual. Entre los factores que han favorecido el aumento está un cambio legislativo que permitió a las parejas solicitar el divorcio después del primer año del matrimonio, en vez de transcurrido el tercero como estaba antes de la reforma. En el 70% de los casos es la mujer la que solicita el divorcio.
En 2002 en Inglaterra y Gales hubo 147.735 divorcios, 4.000 más que en 2001. Aunque tres de cada diez matrimonios que se divorcian no tienen hijos, un creciente número de niños se ven afectados por las rupturas. A los dos años del divorcio, dos tercios de los padres han dejado de ver a sus hijos, lo cual puede ser especialmente traumático para estos.