La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acaban de publicar un informe titulado La dieta, la nutrición y la prevención de las enfermedades crónicas. Aunque hay muchos estudios sobre la influencia de la dieta en la salud, este no es uno más: se basa en el juicio colectivo de 30 expertos independientes, que han revisado las mejores pruebas científicas disponibles sobre la relación entre la dieta y las enfermedades crónicas.
La FAO y la OMS explicaron en la presentación que el informe servirá de base para combatir en todo el mundo el creciente aumento de enfermedades crónicas. Una mala alimentación daña la salud y aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, osteoporosis, etc. Según la directora general de la OMS, Gro Harlem Bruntland, «nos encontramos ante una gran epidemia mundial de muertes prematuras y de problemas de salud relacionados con las enfermedades crónicas». En 2001, estas enfermedades provocaron el 59% de los 56,5 millones de muertes que se produjeron en todo el mundo.
El estudio recomienda reducir el consumo de grasas, azúcar y sal; aumentar el consumo de fruta y verduras y practicar con regularidad algún ejercicio físico. La dieta ideal recomendada -compuesta en su mayoría de hidratos de carbono- queda así, en porcentaje de la energía necesaria al día: hidratos de carbono (55%-75%), grasas (15%-30%), grasas saturadas (menos del 10%) y azúcares (menos del 10%). El informe aconseja también que el consumo diario de proteínas se encuentre entre el 10% y el 15%; no rebasar los cinco gramos de sal diarios; y consumir unos 400 gramos de fruta y verdura al día (solo una minoría de la población mundial lo hace). Del resto se encarga el ejercicio físico, que ayuda a controlar el peso y gastar los «excedentes» de calorías consumidas: basta con una hora de moderada actividad física, como caminar, varios días a la semana.
Quizás llame la atención una recomendación así para todo el mundo, pero se debe a que las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la obesidad o la diabetes han dejado de ser males exclusivos de los países ricos. Según Bruntland, «la mayoría de los nuevos casos de enfermedades crónicas se están produciendo en los países en desarrollo. Nuestra experiencia es que, aunque parezca sencillo, mejorar la dieta y aumentar el ejercicio físico reduciría en poco tiempo la expansión de estas enfermedades en todo el mundo».