Desde que en 1999 el gobierno francés lanzó un plan trienal de desarrollo de los cuidados paliativos (ver servicio 133/98), esta especialidad se ha afianzado en el panorama sanitario. De todos modos, aún hay regiones mal cubiertas y la fuerte demanda obliga a responder a nuevas necesidades. El ministro de Sanidad, Jean-François Mattei, presentó el pasado diciembre el nuevo programa (2002-2005) de impulso a los cuidados paliativos, a la vez que reafirmó su rechazo a legislar sobre la eutanasia.
Actualmente hay 1.150 camas reservadas a los cuidados paliativos, en unidades de este tipo o en servicios especializados (geriatría, oncología…). En todo el país funcionan 291 equipos móviles de cuidados paliativos. Las redes que permiten un seguimiento de atención paliativa a domicilio han aumentado hasta 46, si bien son el eslabón más débil porque 13 regiones no las tienen. Y es en la atención domiciliaria donde se ve más necesario invertir, para descargar a los hospitales y apoyar a las familias.
El éxito de los cuidados paliativos está provocando un aumento de la demanda por parte de enfermos crónicos difíciles, los que sufren patologías neurológicas evolutivas, los pacientes geriátricos y también niños; en general, todos aquellos para los que la Medicina ha agotado sus recursos curativos.
Al presentar el nuevo plan, Mattei indicó que había que desarrollar los cuidados paliativos en el acompañamiento a los enfermos terminales. Ha encargado que estudie este tema a la psicóloga clínica Marie de Hennezel, que trabaja desde hace años en la atención a enfermos terminales y es una gran defensora de los cuidados paliativos (cfr. servicio 169/01). «Hay que sacar el tema de la muerte del cerco de silencio que la rodea y romper la soledad de los moribundos», ha dicho Hennezel (Le Monde, 19-XII-2002).
Mattei piensa que la respuesta a las necesidades de los enfermos terminales está en los cuidados paliativos y no en una ley que autorice la eutanasia. Su idea de la «dignidad» avala esta postura: «El ser humano está investido de dignidad durante toda su vida. Creer que la dignidad humana puede dividirse, o incluso limitarse en ciertos estados o situaciones, sería una forma de menospreciarla. La obligación de dar acceso a los cuidados paliativos se deriva de esta toma de conciencia de que la dignidad humana es imprescriptible».
El convencimiento de que la eutanasia no es la solución lo mantiene Mattei ante casos extremos como el de Vincent Humbert, un joven de 21 años, tetrapléjico, ciego y mudo desde un accidente que sufrió el pasado septiembre. Humbert, que se comunica con el movimiento del dedo pulgar, ha escrito una carta al presidente Jacques Chirac, en la que le pide el derecho a morir. Al ser preguntado sobre este caso, Mattei ha dicho que será Chirac el que en conciencia responderá. Pero él considera que «hay otras respuestas en vez de la muerte. Hay que mejorar la calidad de vida de este joven, tratar su estado depresivo y psicológico».