Ante la actitud hostil de un sector de la jerarquía ortodoxa rusa, el padre Werenfried van Straaten, fundador de la asociación católica Ayuda a la Iglesia Necesitada, escribe sobre la suspensión de la ayuda que AIN (ver servicio 147/02) venía prestando a la Iglesia ortodoxa de ese país, desde hace diez años.
«El Santo Padre -escribe el fundador de AIN en el Boletín de la Asociación (julio-agosto 2002)- me pidió hace diez años que ayudara a la Iglesia hermana ortodoxa, para allanar así el camino hacia la unidad y la reconciliación y fortalecer la cristiandad en el siglo XXI frente a previsibles ataques. Esto lo hemos hecho sobre todo en lo tocante a la formación de sacerdotes y a los medios de comunicación, ayudando con ello de esta forma a la Iglesia ortodoxa, marcada durante setenta años por la opresión comunista».
«La ayuda a la Iglesia ortodoxa -dice más adelante Van Straaten- no es, por otra parte, nada nuevo en la Iglesia católica. Ya en los años 20, el Papa Pío Xl envió sumas considerables de dinero a la Rusia hambrienta, para evitar que los vasos sagrados y los iconos de la Iglesia ortodoxa fueran confiscados por el régimen comunista y utilizados para financiar la compra de cereales. Y ya en los años 80, a petición de la Santa Sede, cofinanciamos una nueva edición de libros litúrgicos para el patriarcado de Moscú».
«En los años pasados un 2% de nuestro presupuesto general fue destinado a la Iglesia ortodoxa de Rusia. Por lo demás, en esto, como en general, somos precavidos y queremos asegurar que tal ayuda no sea mal usada. Esta seguridad no siempre existe en la nueva situación. Por eso, hemos congelado nuestra ayuda allí donde el obispo ortodoxo impide de alguna forma la actuación de la Iglesia católica. Por ejemplo, en la ciudad de Pskow, donde participamos en la construcción de la Iglesia católica con 150.000 euros y de la cual recibimos dos peticiones de ayuda por parte de la Iglesia ortodoxa. El permiso para la construcción nos fue retirado por las autoridades de la ciudad, y el obispo ortodoxo colaboró a la discriminación de los católicos. Hasta que no se normalice la situación de la Iglesia católica, no apoyaremos allí ningún proyecto ortodoxo».
Sobre la actitud que mantendrá AIN mientras dure la animadversión de algunos responsables de la Iglesia ortodoxa, el P. Werenfried señala que «cuando los enemigos declarados de la reconciliación comiencen a hacer añicos la porcelana de la unidad, nosotros no devolveremos el golpe, sino que alejaremos la porcelana todavía intacta. (…) La Iglesia católica enseña que los cristianos separados de Roma que creen en Cristo y fueron bautizados válidamente viven en una forma de comunión auténtica, si bien imperfecta, con la Iglesia católica. Nosotros intentamos lograr un ecumenismo de la solidaridad. No debe haber ninguna competencia, ninguna desconfianza y ningún odio entre dos Iglesias que están unidas por una misma raíz».