São Paulo. En los años 90 los indicadores sociales de Brasil han mejorado, como muestran los datos del Censo 2000 recientemente publicados. La población del país ha crecido un 15% en diez años, de 146 millones (1990) a 169 millones (2000). El aumento se debe sobre todo a que ha subido la esperanza de vida (de 65 a 68 años), ya que diversas campañas antinatalistas han surtido efecto y la tasa de natalidad se ha reducido en los últimos años. En consecuencia, la población ha envejecido ligeramente: en 1990, los brasileños menores de 15 años eran el 34,7%; ahora son el 29,6%. Por la disminución de la tasa de fecundidad, el tamaño medio de las familias se ha reducido de 3,9 miembros en 1991 a 3,5 en 2000. Otro fenómeno importante es que aumentan del 20,5% al 26,7% los hogares a cargo solo de mujeres.
La población urbana ha pasado del 75% al 81% en solo diez años, mientras la rural se ha reducido a la mitad en los últimos veinte. La actividad agropecuaria representa ya menos del 8% del PIB y ocupa el 15% de la población activa. La industria (37% del PIB) ha sido desbancada por los servicios (55%). La tasa de desempleo ha oscilado entre el 4% y el 8% en la última década; en la actualidad es el 6,7%.
La enseñanza ha experimentado importantes progresos. La tasa de analfabetismo de mayores de 15 años bajó del 16% al 13,3% entre 1994 y 2000. Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil, se ha mostrado especialmente orgulloso del esfuerzo desplegado para escolarizar a los niños de 7 a 14 años. En 1999, la educación básica llegó al 95,4% de los menores de 12 años, 20 puntos más que en 1990.
Uno de los datos más satisfactorios es el descenso de la mortalidad infantil, que ha pasado de 48 por mil en 1990 a 29,6 por mil diez años después. En zonas deprimidas, como la región noreste, se ha pasado de 72,9 al 44,2 por mil. Es un progreso muy rápido, en comparación con otros países de la región. Por ejemplo, Argentina y Venezuela tardaron 20 años en reducir 20 puntos la mortalidad infantil; Chile tardó 15 años.
No todos los indicadores manifiestan avances. La violencia ha alcanzado niveles preocupantes en los últimos años. En las grandes ciudades, según los datos del Ministerio de Justicia, la tasa de homicidios por cien mil habitantes en 2001 (49,3 en Río de Janeiro y 35,6 en São Paulo) es muy superior a la media mundial y también a la de Brasil en 1980. Las causas son diversas, pero sin duda contribuyen la impunidad (ver servicio 140/00) y el tráfico de drogas, controlado en buena parte por delincuentes afincados en las zonas de chabolas de las grandes ciudades. Hace un mes, Tim Lopes, periodista del Canal Globo de televisión, fue asesinado por traficantes cuando intentaba producir un reportaje sobre bailes y fiestas donde se vendía droga libremente.
Aunque la deuda externa todavía representa un imponente problema para Brasil y el país se encuentre lejos de niveles satisfactorios de bienestar social, se han dado pasos positivos en los últimos años que pueden consolidarse y acrecentarse. Pero esto exige el empeño de toda la sociedad y, principalmente, de los más favorecidos.
José María Rodríguez Ramos