Una exposición en Berlín afirma que la caza de brujas fue sobre todo obra de los tribunales seculares en Alemania

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Berlín. Las ejecuciones de brujas en Europa tuvieron lugar sobre todo en Alemania y por obra de los tribunales seculares, mientras que la Inquisición española apenas participó en la caza de brujas. Además, la brujería no era un coto exclusivamente femenino: una de cada cuatro víctimas de la caza de brujas fueron hombres. Y la persecución no tuvo lugar en la Edad Media, sino que su fase más cruel se produjo entre los siglos XVI y XVIII.

La exposición «Ilusión bruja. Miedos de los tiempos modernos», que ofrece el Museo Histórico Alemán de Berlín hasta el próximo 6 de agosto, trata de romper estos y otros falsos tópicos sobre la brujería. La muestra fue ofrecida ya hace dos años por el Museo de la Historia de Luxemburgo, y los 350 objetos de los que está compuesta proceden en su mayoría del Museo del Prado de Madrid, del Museo de Historia del Arte de Viena, del Rijksmuseum de Amsterdam y del Musée National des Arts et Traditions Populaires de París.

En el catálogo de la exposición, el director del museo berlinés, Hans Ottomayer, afirma que pocos temas históricos han sido más instrumentalizados y manipulados que el de la persecución de las brujas en Europa. Así, por ejemplo, dice que durante mucho tiempo en Alemania ha circulado el mito de que habían muerto en la hoguera nueve millones de brujas. Según Ottomayer, esta cifra fue inventada a mediados del siglo XIX por teólogos protestantes como arma arrojadiza contra la Iglesia católica. Posteriormente, los nazis la utilizaron contra las dos grandes Iglesias cristianas del país -la católica y la luterana-, y ya en los años setenta la cifra volvió a aparecer en pleno auge del movimiento feminista.

Sin embargo, según las cifras aportadas por la exposición y que están respaldadas por expertos como el historiador Wolfgang Behringer, autor de numerosos estudios sobre el tema, las víctimas de la caza de brujas fueron entre 40.000 y 60.000 personas. De ellas, unas 25.000 murieron en territorio alemán, concretamente en la región comprendida entre los ríos Rin y Mosa. Según la exposición, aunque la Iglesia católica condenó la brujería, la Inquisición española sólo ejecutó a 300 brujas. La mayor parte de condenas fueron decretadas por tribunales seculares.

En el contexto alemán de la lucha entre confesiones desatada después de la Reforma, la exposición trata de explicar el rechazo a las brujas entre la población. Así, por ejemplo, se muestran algunos de los objetos de brujería que más miedo infundían en la época, como un Cristo atado por una cuerda, símbolo de dolor extremo con el que se pretendía transmitir enfermedades a alguien, o figuras de cera con forma humana que se atravesaban con agujas para desear la muerte a alguna persona no querida.

La muestra ofrece también una sección dedicada a la influencia en el arte moderno y los medios de comunicación de los mitos que circulan en torno a la brujería y los seres maléficos. En este contexto, los organizadores de la exposición sostienen que en los momentos actuales se está produciendo una «neodemonización del mundo», basada en falsos mitos y clichés que proceden en su mayoría de ultramar

Vicente Poveda

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