Las distantes relaciones Iglesia-Estado en Uruguay parecen cobrar un rumbo positivo gracias al giro propiciado por el presidente electo, el candidato del Partido Colorado Jorge Batlle. Un gesto significativo fue la inesperada entrevista que mantuvo con el arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, tres días después de su victoria en las elecciones.
En la conversación que mantuvieron, Batlle ratificó a monseñor Cotugno su deseo de promover «la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable». También pidió que transmitiera al Papa que «si quiere darse una vuelta por el Río de la Plata, será de nuevo bienvenido». El Papa estuvo en Montevideo en 1987.
«Batlle es muy consciente de lo que significaba su gesto y lo hizo sabiendo la trascendencia que tenía por toda la historia precedente», comentó Mons. Cotugno al término de la entrevista. Desde 1917, cuando la Iglesia católica quedó separada oficialmente del Estado, la legislación y el gobierno del país han tenido un carácter secularista. Desde entonces, Uruguay está considerado como el país de raíces más laicistas del continente. Precisamente, uno de los principales impulsores de esta iniciativa fue José Batlle y Ordóñez, tío-abuelo de Jorge Batlle y presidente de la nación entre 1903 y 1915.
El arzobispo Cotugno y el gobierno actual han tenido varios roces este año, cuando el arzobispo calificó de «capitalismo salvaje» el trabajo que se desarrollaba en una empresa uruguaya, y Batlle respondió que «yo entiendo poco de la Biblia y creo que el obispo entiende poco de economía». Cotugno también pidió que las escuelas confesionales recibieran fondos públicos.
En medio de este ambiente, Batlle sorprendió a todos con su visita al arzobispo. Pero ya antes, en su discurso tras ser proclamado vencedor de las elecciones, Batlle expresó su propósito de asentar la legislatura sobre valores espirituales por encima de materiales. Batlle, además, invitó a los uruguayos a avanzar en esta línea: «Cada uno desde su pensamiento, aquellos que practican religiones de cualquier credo, aquellos que no las practicamos pero que tenemos sin ninguna duda muy adentro de nuestro ser esos valores como los valores superiores, hoy tenemos que pensar fuertemente en ello como el signo que debe presidir la vida de esta nación».