Más de 100.000 jóvenes, entre los 17 y los 30 años, de todas las naciones de Europa, de veinte idiomas distintos, de diversas confesiones religiosas: católicos, ortodoxos, anglicanos, evangelistas, metodistas. Y toda esa gran multitud, por naturaleza ruidosa e inquieta, en silencio y recogimiento interior. Este «milagro» se produjo en Milán durante los días 28 de diciembre a 1 de enero, en el XXI Encuentro Europeo promovido por la Comunidad de Taizé, que impresionó profundamente a la ciudad y a parte de la prensa.
La Comunidad de Taizé, cuya esencia es el ecumenismo, fue fundada en 1940 en Francia por Roger Schutz, con un grupo de hombres de diversas confesiones cristianas no católicas. Y desde 1977 organiza estos encuentros multitudinarios donde los jóvenes rezan unidos. «Comenzamos estos Encuentros en París hace 21 años -explicó el hermano Emilio, uno de los responsables de Taizé-. Éramos 15.000, todos fascinados por este nuevo y antiquísimo modo de buscar al Señor con la meditación y el silencio. Quien crea que los jóvenes son sinónimo de rebelión, caos y ruido, que venga a vernos».
La presencia más notable en el último Encuentro ha sido la de los jóvenes de los países de Europa central y del este: 34.000 polacos, 6.660 jóvenes de los tres países bálticos, 2.000 ortodoxos de Rumania, Bulgaria, Serbia, Ucrania y Rusia, 3.000 católicos croatas. Otro hecho que ha sorprendido incluso a los mismos organizadores es la solidaridad de las familias milanesas, que han acogido en sus casas a 80.000 peregrinos.
Los jóvenes fueron recibidos con mensajes de bienvenida y apoyo del Papa Juan Pablo II, que ha estado en Taizé tres veces; del secretario general de la ONU, el ganés Kofi Annan; de los patriarcas de Constantinopla y Moscú; y del arzobispo de Canterbury.
Cuatro pabellones de la Feria milanesa se convirtieron en espacios para grupos de meditación y profundización en la Biblia, testimonios, encuentro y oración. El momento central de cada día fue la oración común de las 19.00 h., guiada por el hermano Roger, de 83 años, quien ha pedido a los jóvenes fe, confianza y compromiso: «Sostenidos por una profunda vida interior, todos nosotros podemos intentar asumir responsabilidades para hacer la Tierra más habitable y justa».
Mezclados entre los jóvenes estuvieron también algunos obispos, incluido el cardenal Martini, arzobispo de Milán. M.L. Faus.