Análisis
Hace ya tres años se anunció una nueva campaña para promocionar la «contracepción de emergencia». En febrero de 1997, en Estados Unidos, la Agencia para el control de los Alimentos y Medicinas (FDA) hizo público su apoyo a la promoción de la llamada píldora del día siguiente. La intercepción, como se puede llamar técnicamente al mecanismo de acción anti-implantatorio y, por lo tanto, abortivo de esta píldora, se consigue con el empleo de dosis altas de estrógenos y gestágenos administrados después de la relación sexual. También es conocido el efecto abortivo precoz de la RU-486 de la que tanto se ha hablado.
La decisión francesa de permitir la venta en farmacia sin receta de una píldora de este tipo ha atraído la atención pública, también en España. Lo que se comercializa es un gestágeno conocido ya desde hace treinta años, el Levonorgestrel. Administrado dos días seguidos a dosis de 0,75 mg por día tiene acción anti-implantatoria y sería, por tanto, una hormona más dentro del grupo de la llamada «píldora del día siguiente». Este viejo gestágeno, administrado como píldora de la mañana siguiente, al no incluir en su composición un estrógeno, tiene menos efectos secundarios agudos y así, las náuseas, vómitos, cefaleas y retención de líquidos son prácticamente inexistentes.
El Levonorgestrel se emplea en contracepción hormonal y en terapéutica hormonal sustitutiva en la postmenopausia. Y en los últimos diez años se inició su empleo como «píldora de la mañana siguiente» por su acción fundamentalmente en el endometrio, al impedir la anidación del óvulo fecundado. La dosis de Levonorgestrel en terapéutica hormonal sustitutiva es de 0,075 mg al día durante doce días. En contracepción hormonal, la dosis suele ser de 0,25 mg al día por 21 días cada mes, mientras que su empleo como píldora de la mañana siguiente supone la administración de 0,75 mg al día durante dos días. Como se puede ver, una dosis alta concentrada en dos días. El precio en el mercado ronda las 1.400 ptas. por dos comprimidos. En los países en los que se emplea el Levonorgestrel como píldora de la mañana siguiente, no existe información sobre el consumo de este fármaco con fines abortivos.
Desde el punto de vista del mecanismo de acción, hay que aclarar que las distintas píldoras del día siguiente tienen una acción fundamentalmente anti-implantatoria, pues impiden la anidación del óvulo fecundado en el endometrio, y por lo tanto, deben ser consideradas como píldoras abortivas precoces. Es corriente el confusionismo terminológico en este punto. Y así podemos ver cómo los titulares de prensa frecuentemente dicen que esta píldora evita la implantación del óvulo en el útero, cuando el óvulo nunca se implanta si previamente no fue fecundado. Y es entonces cuando el embrión, en sus primeras fases de desarrollo, se implanta.
El aborto, precoz o tardío, supone siempre la muerte del embrión, de un ser humano, y en sus primeras fases de desarrollo sigue siendo y será un hecho grave. Se aborta o no se aborta, independientemente de los métodos empleados.
En el debate sobre el aborto las posturas no han variado. Pero la clarificación terminológica y el mejor conocimiento del mecanismo de acción tanto de los contraceptivos hormonales, como de los medios empleados con fines anti-implantatorios (abortivos), ha contribuido a que cada uno sepa dónde está. Solamente hay dos posiciones: se respeta la vida humana desde su comienzo, o no se respeta. En último término estas cuestiones afectan a la conciencia de las personas. No se pasa con indiferencia en este tema. Seguirá apasionando porque todos somos conscientes de que estamos hablando de vidas humanas. Se invoca con frecuencia la libertad como derecho fundamental de la persona para hacer lo que se quiera. Libertad sin responsabilidad, como decía Viktor Frankl, que recomendaba a los americanos «que la Estatua de la Libertad en la costa Este de los Estados Unidos se completara con la Estatua de la Responsabilidad en la costa Oeste».
en la Clínica Universitaria de Navarra