Comienzan los trasplantes en Japón

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El número de personas reacias a donar órganos sigue siendo mayor que el de las favorables

Ashiya. El largamente esperado primer trasplante de órganos humanos extraídos de un donante con muerte cerebral tuvo lugar en Japón el pasado 28 de febrero. A primeras horas de la mañana extirparon los órganos válidos de una paciente de 44 años, internada en el Hospital de la Cruz Roja de la ciudad de Kochi, en la isla de Shikoku, que seis días antes había sufrido una hemorragia cerebral irreversible. A las pocas horas se llevaron a cabo con éxito cuatro trasplantes: uno de corazón, dos de riñón y otro de hígado en cuatro hospitales distintos del país.

La ley de trasplantes, que está en vigor desde octubre de 1997, estipula que la muerte cerebral significa muerte verdadera sólo después de dos pruebas realizadas por dos o más médicos, con un intervalo de seis horas. Al completarse las pruebas de confirmación de muerte cerebral, la Red de Trasplantes de Japón, la única entidad aprobada para organizar los trasplantes de órganos procedentes de pacientes con muerte cerebral, decidió otorgar los órganos extraídos a pacientes de distintos hospitales autorizados para realizar operaciones de este tipo. El trasplante de corazón es el primero que se realiza en Japón en los últimos 31 años, y sólo el segundo de la historia en este país (ver servicio 67/97).

El número de instituciones médicas con permiso para realizar este tipo de trasplantes es muy reducido. Con esta limitación se pretende asegurar el éxito de los trasplantes en entidades con personal bien preparado, con medios y técnicas de alto nivel.

Según Satoshi Teraoka, de la Red de Trasplantes, hay en la actualidad 56 pacientes registrados en la red en espera de órganos: 19 de corazón, 32 de hígado y 5 de pulmón.

La realidad es que siguen siendo mayoría los que se sienten incómodos con la idea de trasplantes de órganos humanos (ver servicio 149/98). Según una encuesta de la Oficina de Estadística del Primer Ministro, realizada al cumplirse un año de vigencia de la nueva ley de trasplantes y hecha pública hace dos semanas, el número de personas que no donarían órganos en caso de muerte cerebral es mayor que el de posibles donantes. Del 71,9% de respuestas válidas, el 37,6% son negativas, mientras que el 31,6% son afirmativas. Casi el 61% dice que, si un miembro de su familia decidiera ser donante, respetaría ese deseo. La encuesta señala también que una de cada 40 personas mayores de 15 años tiene tarjeta de donante (la ley estipula que los donantes deben dejar por escrito su voluntad de donar órganos a su muerte).

«A medida que vaya habiendo más experiencias de operaciones de trasplante con éxito, irá cambiando el parecer de la gente -dice un responsable de la Red de Trasplantes-. Hasta cierto punto, la baja tasa de personas con tarjeta de donante era de esperar. Al fin y al cabo, apenas hace un año que se implantó la nueva ley».

De todos modos, la oposición acerca de la definición de muerte cerebral sigue en pie y varios grupos de ciudadanos, médicos y varias instituciones han criticado los trasplantes realizados y han enviado un mensaje de protesta al Ministerio de Salud Pública y al hospital de Kochi donde la donante estaba hospitalizada. Antonio Mélich.

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