Cada vez más gobiernos están adoptando medidas relativamente sencillas que permiten salvar muchas vidas de niños en países pobres. Así lo refleja el último informe anual de UNICEF sobre «El estado mundial de la infancia», el cual prevé que los niños muertos en 1995 por los riesgos habituales en países del Tercer Mundo serán 2,5 millones menos que en 1990. Este diagnóstico muestra la mejoría de la salud de los niños en los países en desarrollo, que es donde hay también más niños.
En la reciente Conferencia de El Cairo se hizo énfasis en los peligros de un exceso de natalidad en los países en desarrollo. Se dijo que esta plétora de nacimientos suponía un obstáculo también para la supervivencia de los recién nacidos. Ahora el informe de UNICEF destaca la nota optimista, si bien no descubre nada nuevo: las tendencias de mejora están en marcha desde hace tiempo. Así, la mortalidad de menores de cinco años ha bajado de 216 por mil nacidos en 1960 a 107 en 1990. Si hace treinta años sobrevivían tres de cada cuatro nacidos vivos, ahora son nueve de cada diez.
Una de las razones de este descenso está relacionada con las campañas de vacunación. Actualmente se ha conseguido que en torno al 80% de los niños estén vacunados contra las principales enfermedades infantiles susceptibles de inmunización (sarampión, difteria, tos ferina, tétanos, polio, tuberculosis). Y el objetivo es llegar al 90% en el último lustro del siglo. La poliomielitis ha desaparecido en el hemisferio occidental y retrocede en Asia del Este y África del Norte.
Algunas de las principales causas de muerte de los niños pueden prevenirse con medidas baratas, al alcance de cualquier gobierno. La diarrea, que mata a 3 millones de niños al año, puede combatirse con la terapia de rehidratación oral. El único problema es asegurar que las familias pobres la conozcan. La deficiencia de yodo, responsable de que nazcan niños afectados de cretinismo y principal causa de deficiencia mental prevenible, puede solventarse mediante el consumo de sal con yodo en las comidas. La deficiencia de vitamina A, que provoca la ceguera de unos 250.000 niños al año, está en vías de solución. Se está consiguiendo que los países que no pueden garantizar el suministro de verduras con esta vitamina, distribuyan tres veces al año una cápsula de vitamina A entre los niños, con un coste de 0,02 dólares por cápsula.
También hay avances en la lucha contra la neumonía, principal causa de muerte infantil. Pero es la enfermedad que está costando más reducir, ya que a menudo no hay antibióticos disponibles.
La escolarización de los niños de 6 a 11 años alcanza al 70%, y la meta es conseguir que en el año 2000 el 80% de los niños del planeta hayan completado la enseñanza primaria.
Junto a estos progresos, el informe subraya también las trágicas consecuencias que tienen en los niños los conflictos bélicos. Así, las diversas guerras de los últimos diez años, entre ellas las de Bosnia, Ruanda, Sudán o Somalia, han causado la muerte de unos dos millones de niños, y han convertido en enfermos a otros cinco millones. El informe recuerda que, paradójicamente, Ruanda había sido el primer país de África Central que llegó a vacunar al 80% de sus niños.
En la presentación del informe en Bangkok, el representante regional de UNICEF, Daniel J. Brooks, subrayó que la explotación económica y sexual de la infancia es un serio problema en Asia. El informe dice que más de medio millón de los 500 millones de niños asiáticos son utilizados en talleres, en burdeles o viven en la calle. «Estamos viendo la erosión de los valores familiares, y eso incluye la explotación de los niños», dijo Brooks.