«Cartas de África», el epistolario de Isak Dinesen
Isak Dinesen ha cautivado ya a generaciones de lectores con sus relatos de África y sus cuentos. Ahora sus incondicionales pueden contar también con la traducción española de sus numerosas cartas, reflejo de sus quince años africanos (1914-1931), en una edición muy cuidada de Frans Lasson. El epistolario de Karen Blixen, que siempre usaría seudónimo para firmar sus relatos, es una buena ayuda para adentrarse en el romance entre la escritora y el continente. Una visión del matrimonio Poesía-Verdad y de las historias de ese hogar literario.
«Todas las penas pueden ser soportadas si las metes dentro de una historia o haces una historia con motivo de ellas». Así resume su sentir peculiar la danesa Karen Blixen en su libro Cartas desde un país en guerra. Karen Blixen (1885-1962) nace en Rungsted, hija de una familia de hidalgos terratenientes, en la que el padre ya descollaba por su cultura y dotes literarias. Recibe una educación esmerada, que le infunde un gran amor por los libros. Esa formación, que va de la religión a la historia, pasando por las artes, late en sus escritos. Se aprecia, por ejemplo, en las citas de la Sagrada Escritura, hechas con soltura y naturalidad, que abundan en sus libros. En 1914 contrae matrimonio con el barón sueco Bror Blixen-Finecke, con el que está emparentada. Se instalan en Kenia, donde poseen una plantación de café, y se separan diez años después.
Bilingüismo literario
Karen Blixen practica el bilingüismo literario, saliendo airosa de este reto, siempre arduo. En danés publica su primer libro Siete cuentos góticos, en 1931. Pero se servirá del inglés para relatar sus recuerdos africanos: Lejos de África, escrita en 1937, y Sombras en la hierba, que aparece en 1961, un año antes de su muerte.
Esta mujer decidida e inquieta une a su acerbo cultural una sensibilidad poco común. Su talento observador y su imaginación poética alimentan su pluma, elegante y majestuosa. La Blixen ama la naturaleza, y en sus escritos se sobresalta de continuo ante la grandeza del ser humano, del paisaje, de los elementos. El agua es una constante en su obra, en forma de oleaje embravecido en el acantilado nórdico o de lluvia torrencial en la sabana africana.
La cazadora de sueños
África juega un papel decisivo en la fragua del estilo característico de Isak Dinesen. La danesa se compenetrará con el continente, que paradójicamente no le ofreció una vida apacible. Kenia, el país de morfología más compleja del África oriental, presidido por el majestuoso Mount Kenya (5.200 metros), acoge a la intrépida Baronesa Blixen en 1914. Será una más entre los colonos europeos que acceden a la propiedad de tierras de cultivo gracias a las gestiones de Lord Delaware.
La roja y fértil tierra de las colinas del Ngong, al sur de Nairobi, verá crecer el cafetal de la Dinesen. Aún era Kenia el paraíso del safari, de la caza de leones de melena negra. Karen se mostrará como una cazadora llena de pericia y sangre fría. Rememorando sus lecturas infantiles, pobladas de gestas de saga escandinava, combate lealmente con las fieras.
Al fin la sequía trae mala cosecha y la Blixen, tras ímprobos esfuerzos por calmar a sus acreedores, se ve obligada a vender sus tierras y regresar a una Europa sobre la que se cierne el fantasma de la guerra. Dinamarca pugna por mantener su neutralidad, al igual que lo hizo en la Gran Guerra de 1914. Al fin, los nazis no respetan el pacto de neutralidad e invaden Dinamarca en 1940. Seguirán cinco años de ocupación humillante, que Isak Dinesen sufre angustiosamente. Para mantener el ánimo en momentos dramáticos -la persecución nazi contra los judíos afincados en territorio danés- Karen escribe en 1943 Cuentos de invierno, que serán editados por el Servicio de Publicaciones para soldados del bando aliado.
Un pincel romántico
El romanticismo tiene una notable importancia en los escritos de Isak Dinesen, que aborda tramas que recuerdan al Dickens de Oliver Twist y a las obras de Wilkie Collins. Otro fruto de la reclusión de Dinesen durante la ocupación nazi es Vengadoras angelicales, su única novela. Sorprende la habilidad de la escritora para recrear el ambiente puritano. En ese contexto, desarrolla una historia de abandono e indefensión. Dos jovencitas inglesas, una de clase social modesta y otra de excelente posición, se ven unidas por el destino en una aventura dramática. Lo que podría rozar el folletín, se convierte por la prosa mágica de Dinesen en un relato lírico con un ritmo deliberadamente pausado y una sagaz interiorización en las almas juveniles de las dos muchachas.
Isak Dinesen cultivó profusamente el relato corto (Seven Gothic Tales, Winter Tales, Last Tales), que tiene una riqueza inversamente proporcional a su tamaño. Un ejercicio reconfortante es la lectura de uno de los cuentos góticos, titulado La inundación, que encierra todos los lugares comunes de la literatura blixeniana: la mar embravecida, el romanticismo envuelto en bruma, la nostalgia, el sentido religioso impregnado de afecto por el catolicismo, en fin, la paradoja que da a la narración un halo de goticismo irreal.
Sabiduría para narrar
Los cinéfilos, por su parte, han sabido apreciar ese regalo para los sentidos que realizó Gabriel Axel en El festín de Babbete, adaptación de un relato de Dinesen con extraordinaria fidelidad. En esta película se aprecia bien el tan característico maridaje entre la realidad y el sueño que emplea la escritora. El irrealismo mágico del relato, fechado en la Dinamarca del siglo XIX, adquiere veracidad gracias a una cobertura histórica muy inteligente, que separa con decisión los cuentos de Karen Blixen de los abundantes ejercicios románticos de corte byroniano.
Desde su primer libro, Isak Dinesen se revela como una prosista excepcional. Esta sabiduría de narrar se apoya en una facilidad pasmosa para transmitir emociones, sin caer en el hermetismo intimista de tantos. Por otra parte, la escritora se esmera para lograr que sus relatos mantengan un ritmo vivo, con una inteligente selección de anécdotas. Dinesen economiza elementos narrativos presuponiendo la sintonía escritor-lector en lo ambiental.
El orgullo de vivir
La influencia de la tradición literaria anglosajona en Isak Dinesen es evidente, como lo es en toda la literatura danesa desde el siglo XVI. Pero Karen Blixen se singularizará imprimiendo a su obra una indómita alegría de vivir. El reto del hombre a la naturaleza vence la melancolía del tedio. Isak Dinesen canta a la vida, se asoma a la Trascendencia, encuentra sentido al drama que esconde cada existencia, por grotesca que pudiera parecer.
La vitalidad de Isak Dinesen mueve al optimismo, quizá como una respuesta a la actitud pesimista del protestantismo puritano que impera en la tierra danesa, tan amada por la escritora. Sus relatos transmiten la turbación ante lo cotidiano que adquiere una hermosura insospechada: la sencillez del niño, la sabiduría del anciano, la lealtad del fiel sirviente, lo implacable de la naturaleza.
Nada mejor para entender el respeto con el que Karen Blixen envuelve a los seres humanos que acudir a su palabra. Valga el ejemplo de Sombras en la hierba, un libro que recoge las emociones que vive la escritora al recordar a distintos personajes que trató en África, y que son el armazón de su obra cumbre, Lejos de África. Aquel manojo de añoranzas tiene como eje a Farah Aden, el mayordomo somalí de la baronesa, sentencioso y dignamente teatral. El esfuerzo de la novelista por adentrarse en los resortes del alma de este hombre depara momentos inolvidables. Como este fragmento, deliciosamente ingenuo y oriental, muestra del acercamiento de Isak Dinesen a la religiosidad de Farah, mahometano fervoroso: «Ha habido tres grandes profetas -me solía decir Farah-: Mahoma, Jesús y Moisés. El no reconocía a Cristo por Hijo de Dios, porque Dios no puede tener hijo en la carne, pero estaba conforme en que no tenía padre entre los humanos. Lo llamaba Isa ben Mariammo. De Mariammo hablaba mucho, alabando su belleza y su virginidad; decía que, estando Ella paseando por el huerto de su madre, un ángel le había rozado en el hombro con su ala haciéndola concebir».
La belleza escondida
Un toque de nostalgia domina las páginas de los recuerdos africanos de Isak Dinesen, presididos por el amor a un continente que una inmensa mayoría de colonizadores no supo entender. La Baronesa enciende la ternura al rememorar sus relaciones con los indígenas y sus ancianos jefes. En este sentido, Memorias de África, el oscarizado y lánguido film de Pollack, supo poner imagen y sonido a unas hondas vivencias.
Pues, más que los hechos externos, lo que importa es cómo los mira Isak Dinesen. Sucede algo parecido a lo que expresa un personaje de los Cuentos góticos. Diserta sobre el dolor que siente una dama joven y hermosa al no sentirse admirada: «Pero comprendió que no existía viendo que nadie se dignaba parar mientes en ella. ¿Dónde nace la música, en el instrumento o en el oído que escucha?. La belleza de la mujer se ha creado en los ojos del hombre.»
La realidad ensoñada es la herramienta habitual de Isak Dinesen para interpretar el mundo que le rodea. Quizás el secreto de su prosa cautivadora esté en que sus ojos supieron disfrutar de la belleza escondida y mediata de las personas y las cosas.
Bibliografía de Isak Dinesen en castellano
Alberto Fijo