Contrapunto
La mujer, según Pekín
Pekín. A la vista de lo que sucedió en El Cairo con motivo de la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo, era previsible que esta Conferencia de la Mujer en Pekín se convirtiese en otro formidable esfuerzo por imponer el control de la población. Bajo el discurso bienintencionado de la situación de la mujer en el mundo, de sus necesidades en educación, salud, derechos humanos y demás, se desliza otro, respaldado por grandes fundaciones norteamericanas y las propias agencias de la ONU. Este discurso se reduce a un único mensaje: el mayor problema de las mujeres es su falta de «control» de su fertilidad.
Una comprueba con estupor que las propias cifras facilitadas por la OMS estos días sobre mortalidad materna, malnutrición, enfermedades tropicales que afectan a millones de mujeres… son olvidadas y sustituidas por un mensaje prioritario: «salud reproductiva».
Los más ingenuos pueden pensar que se trata de dar atención médica durante el parto, ya que el 42% de las mujeres del mundo no disfrutan de tales servicios. Quizás también son partidarios de dotar de servicios de atención prenatal y postnatal a las mujeres de los países en vías de desarrollo, que carecen de ellos en un porcentaje cercano al 40%. Pero no. La salud reproductiva «según Pekín» no es esto…
La salud reproductiva se está reduciendo a los servicios de planificación familiar… que hace el juego a las multinacionales y protege de la emigración a los países del Norte. Es decir, por encima de todo y sobre todo: cómo no reproducirse. Y, por supuesto, cualquier mención de los métodos naturales de planificación familiar son recibidos con sonrisas que denotan ignorancia.
El discurso sobre la «salud reproductiva» achaca cualquier discriminación de la mujer a un único culpable: el hombre. Conveniente simplismo que enmascara las mayores desigualdades y discriminaciones: las que separan a los ricos países del Norte de los del Sur. ¿A quién soy yo más «igual» o más «diferente», a mi compañero de despacho de mi cómoda oficina en Madrid… o a una mujer de Etiopía?
Millones de mujeres necesitan educación, alimentación, agua, servicios de atención primaria de salud, reconocimiento legal de sus derechos… Incontables mujeres trabajan en la primera y fundamental organización no gubernamental (sin ánimo de lucro, que desarrolla una imprescindible labor educativa, con recursos limitados), es decir, en la familia. También abundan mujeres que con su trabajo fuera de casa alientan iniciativas educativas a todos los niveles, prestan sus servicios en hospitales, desarrollan su profesión en empresas, pequeñas y grandes, en el campo, en la ciudad. Mientras ellas están en el tajo, la ONU celebra una conferencia mundial sobre «salud reproductiva».
Aurora Pimentel